13. Porcelana, Lujuria y Tinto.

5 5 0
                                    

Fabián.

Observe el gran edificio frente a mí, sus cristales relucientes contra el reflejo del sol, estaba en la zona central de la ciudad, el lujo de aquellos que se podían comprar un apartamento en donde las vistas de la metrópolis eran la mejor, eso sin imaginar los altos costos.

Y las únicas personas hasta ahora que conocía y podía darse ese lujo, era Brithania Andrade y su familia. Ella salió del edificio observando hacia los lados con duda, su cabello café brillante, recogido en un moño alto del cual mechones finos se escapaban, unos cortos shorts tiro alto de mezclilla que dejaban a la vista sus preciosas piernas, un top blanco que dejaba a la vista una pequeña línea de su abdomen y una camisa de botones manga larga abierta encima.

Su vestimenta veraniega la hacía ver fresca y a la vez provocativa, porque su cuerpo era muy curvilíneo a diferencia de las demás chicas de por aquí, así que la ropa corta resaltaba su busto grande y caderas anchas haciéndole ver la cintura pequeña, pero a la vez la camisa dándole un toque recatado, sin mencionar las gafas de sol que ocultaban sus ojos de un tono casi dorado.

Al final logro ubicarme al otro lado de la calle, recostado sobre el auto esperándole. Sin expresión alguna en su rostro comenzó a acercarse, dándome una mejor perspectiva de cuerpo que se gastaba, una cadenilla de lo que me pareció plata destello con el reflejo del sol, el dije de forma de trébol a muy poco de perderse entre sus abultados pechos.

- Muy bien. - se cruzó de brazos. - Ya estoy aquí.

El tono amargo de su voz me indico molestia, se me había hecho difícil lograr verla, luego de varios días de intentos en vano de escribirle me canse amenazándole de que si no bajaba yo subiría por ella.

- ¿Cómo has estado? - metí mis manos en los bolsillos de mis jeans de forma casual. Brith se bajó las gafas observándome. - Ya hace un mes no nos veíamos.

- Si y temo que pasaran muchos más para no repetir nuestra última experiencia. - Unas ojeras estaban situadas bajo sus ojos, vaya que eso le había quitado horas de sueño.

- Preferiría no hablar de ese tema. -musite despegándome del auto para acercarme más a ella. - ¿Qué harás en el resto de la tarde?

Ella se volvió colocar las gafas volteando a ver hacia los lados de la calle. Se notaba nerviosa, como si se estuviera asegurando de algo, a fin de cuentas dudaba mucho que nos fuesen a matar a plena luz del día y aunque dije eso mismo con respecto a que nos disparasen aquella noche, me puse a analizar que un hombre vestido completamente de negro con capucha y pasamontañas llama mucho la atención a las dos de la tarde y si disparase a esta hora alertaría a bastantes personas, por lo cual podrían atraparlo.

- Ya debería volver. - murmuro ella encogiéndose de hombros, así que le tome la mano.

- ¡Hey! Tranquila que solo quiero salir como amigos, he pasado el último mes en reposo por la herida y no había sabido de ti. - acaricie ligeramente el dorso de su mano. - No voy a mentir que me preocupe cuando tu padre fue con Jacke a casa y no te vi.

- No me sentía muy bien ese día. - ignore su excusa y acerque mi mano a su rostro, acunándola en la mejilla.

Aún por debajo de las gafas de sol podía ver que Brith me estaba viendo con sorpresa y la forma en la que sus provocativos labios rosáceos se entreabrieron.

- ¿En serio estas bien? - proferí en un tono bajo y calmado, ella se limitó a asentir.

No podía creer que en realidad Rylee tuviera razón, ella era muy sumisa ante el peligro y no la culparía, cualquiera lo es, porque aunque pensar en la situación con mente fría nos impulsa a buscar salidas, cuando estas frente al peligro tu mente trabaja tan rápido que no se percata de nada, tu único deseo es escapar.

Hilos Negros ✓(Blood #1)Where stories live. Discover now