CAPÍTULO VI

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Durante los días consecutivos Reika y Altea se habían turnado para cuidar de su hermana. Ni-ki y Sunghoon estaban al tanto de su episodio así que también trataban de alegrar a la chica y hacerla sentir más cómoda y feliz; aunque esto era un tanto imposible ya que Selina se la pasaba la mayor parte del tiempo encerrada en su cuarto llorando y cuando salía era únicamente para ir a investigar a la biblioteca.

Las noches para Selina se habían transformado en la peor parte del día, pues le era imposible conciliar el sueño a causa de las horribles pesadillas que la atormentaban. No le había contado a sus hermanas sobre qué se trataban porque no quería preocuparlas más de lo que ya estaban, además que no entendía el significado de todas esas imágenes que se le aparecían en la noche para atormentarla.

Sunghoon y Reika se encontraban en un despacho que le habían asignado al muchacho para trabajar. Estaban sentados abrazados y en silencio, disfrutando de aquel momento íntimo pues últimamente no tenían la oportunidad de verse tanto.

—¿Cómo sigue Selina? —preguntó Sunghoon para romper el silencio.

—Creo que un poco mejor que ayer, esta vez no hizo temblar nada en el cuarto —confesó la chica.

El pelinegro la observó con preocupación, podía ver claramente los círculos morados bajo los ojos de su amada.

—¿Y las pesadillas?

—Ella cree que no nos hemos dado cuenta pero ahí siguen, no creo que se vayan hasta que ella se sienta mejor. —El chico suspiró.

—Tómalo como una especie de progreso, primero fue el silencio, luego las peleas y ahora el llanto.

—Yo también pienso lo mismo. Pero desearía que dejara de llorar y volviera a ser la misma de antes, me parte el corazón verla así.

—Pronto volverá todo a la normalidad, permítele hacer su duelo. Tiene que ponerle orden a sus sentimientos y pensamientos y cuando lo haga, se sentirá mejor y nuevamente la veremos reír y bromear por ahí.

En ese momento la puerta se abrió, los muchachos se pararon de un salto y se alejaron rápidamente.

—Reina Caillhely de Ylia —anunció un paje antes de que la mujer entrara.

Apenas puso un pie dentro, la fría mirada de la mujer se posó sobre ambos jóvenes, primero examinó a su hijo y luego a la princesa, quien tragó con fuerza a causa del nerviosismo.

—Reina Caillhely. —Ambos le hicieron una respetuosa reverencia.

—Príncipe Sunghoon, princesa Reika, me alegra que ambos se encuentren aquí, así me ahorrarán el tener que decirlo dos veces —comentó con simpleza para luego invitarlos a tomar asiento.

—¿A qué se debe su visita, su majestad? —preguntó el pelinegro.

—Bueno, ya que mañana es tu cumpleaños se me había ocurrido que podríamos hacer una pequeña celebración en tu honor. Una cena con ciertos personajes destacados y con nuestros invitados, por supuesto. Y ya que me enteré que el cumpleaños del príncipe de Numbia también es pronto, pensé que podríamos celebrarlos juntos.

—Gracias madre, no tenías que hacerlo.

—Por supuesto que sí, el príncipe de Ylia finalmente ha regresado y esto debe celebrarse como debe de ser; además, te ayudará para poder congeniar mejor con los integrantes de nuestra Corte.

—Gracias —repitió Sunghoon regalándole una sonrisa de labios cerrados.

—Princesa Reika —Los fríos ojos marrones de la mujer se posaron sobre la muchacha—, ya que he notado que usted dispone de mucho tiempo libre y pocas responsabilidades ¿le importaría ayudarme con los detalles de la celebración? —La muchacha la observó sorprendida y algo asustada. Volteó a ver al chico quien simplemente asintió en señal de apoyo.

Taken (Segunda parte de Cursed-Blessed)Onde histórias criam vida. Descubra agora