CAPÍTULO X

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A la mañana siguiente Selina partió en compañía de unos cincuenta soldados de la Guardia Real al pueblo de Weingh sin siquiera haberse despedido de su hermana mayor.

Reika estaba molesta por la actitud de su hermana pero el remordimiento también la carcomía por dentro por haberle dicho esas palabras tan horribles a su melliza. La idea de que esa pudiera ser su última conversación la aterraba y la hacía sentir extremadamente triste.

—Amor, detente. Estás haciendo temblar los cubiertos —pidió Sunghoon con delicadeza mientras tomaba una de las manos de la chica para llamar su atención. Reika lo miró con tristeza antes de suspirar.

—No quise decirle eso Hoon, me aterra que sean las últimas palabras que nos hayamos dicho. —El pelinegro acarició la mejilla de la muchacha con delicadeza.

—Shhh. No te preocupes, Selina es una de las personas más inteligentes que conozco y al igual que tú es extremadamente poderosa. Te aseguro que ella regresará sana y salva y así podrán arreglar las cosas.

—¿Me lo prometes? —El chico se acercó a ella y besó sus labios con delicadeza en un intento por transmitirle tranquilidad.

—Te lo prometo. —Le dio un beso más corto—. Le servirá la lejanía para despejar su mente, cuando regrese ella estará tan arrepentida como tú. —Reika asintió y nuevamente se fundieron en un suave y delicado beso que fue capaz de tranquilizar el corazón de la princesa.

En ese momento las puertas del comedor se abrieron, haciendo que ambos se separaran de un salto. Reika fingió estar desayunando mientras que Sunghoon tomó una taza y la llevó a sus labios. Ni-ki y Altea entraron al lugar con tranquilidad. Ambos observaron a los mayores y no pudieron evitar comenzar a reír.

—¿Qué estaban haciendo par de pillos? —preguntó Ni-ki mientras alzaba las cejas para molestarlos.

—Desayunando —respondió Sunghoon con simpleza. Esto hizo que nuevamente los menores comenzaran a reír.

—Supongo que sí comerse la boca cuenta como desayuno, entonces sí, estaban "desayunando". —El rubio hizo comillas con los dedos en la última palabra.

—No digas cosas absurdas muchacho —lo regañó Sunghoon.

—Bueno, la última vez que revisé, se tomaba té del lado hueco de la taza. Tú la tienes al revés —informó Altea antes de soltarse a reír nuevamente.

Esto avergonzó al príncipe, causando que sus mejillas se sonrojaran a causa de su torpeza y pésima habilidad para mentir. Los menores tomaron asiento sin poder parar de molestar a la pareja.

—Por cierto, ¿dónde está Selina? —preguntó el menor con curiosidad por no ver a su cuñada por ningún lado.

—Se fue al pueblo de Weingh esta mañana, me dijo que iba a cazar un monstruo —soltó Tea con simpleza.

—Wow. Yo también quiero hacer eso. ¿Podemos acompañarla?

—No —dijeron ambos mayores al unísono.

—¿Ella se despidió de ti? —preguntó Reika a su hermana.

—Nuevamente pasó la noche conmigo, no podía dormir —soltó Tea con algo de preocupación.

—¿Sigue teniendo pesadillas? —inquirió Sunghoon alarmado. La castaña asintió.

—Quizás el viaje le ayude —comentó alzando los hombros—. Me dijo que regresaría antes de la Noche de los Ancestros —informó—. Por cierto —Miró a la mayor—, espero que cuando regrese ambas arreglen sus diferencias. Se dijeron cosas bastante horribles. —Reika bajó la cabeza apenada, no quería meter a su hermana menor en sus problemas y tampoco quería que se preocupara.

Taken (Segunda parte de Cursed-Blessed)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora