CAPÍTULO XIV

58 10 9
                                    

Después de la cena Selina había intentado regresar a su habitación y descansar. Pero no importaba que tan cansada se sintiera, su mente no la dejaba tranquila pues apenas logró quedarse dormida, no pasó mucho tiempo para que volviera a despertar a causa de las pesadillas.

Se encontraba en el salón de entrenamiento, esta vez sostenía un arco mientras le apuntaba a una de las dianas.

—¿Otra vez no pudo dormir? —La suave voz de Larissa hizo que la princesa se desconcentrara y que la flecha fuera a dar lejos de su objetivo.

Selina bufó con enfado y se dio media vuelta, encontrándose con los atentos ojos oliva de la muchacha posados sobre ella.

—¿Siempre te toca hacer guardia a esta hora? —preguntó con molestia.

Larissa suspiró y se acercó hasta ella con tranquilidad.

—Está sosteniendo mal el arco —habló con simpleza. Selina la miró confundida y después bajó su mirada al arma—. Permítame ayudarle. —La guardia se paró detrás de ella y tomó las manos de la muchacha. Esto hizo que la piel de la princesa se erizara. Nunca antes alguien se había atrevido a invadir su espacio personal de esa forma—. Tiene que estirar bien el brazo con el que sostiene el arco y sostener la flecha con estos tres dedos —comenzó a explicar. Sin embargo, Selina no le prestó mucha atención, pues su dulce aroma a jacintos había logrado distraerla—. Cuando estire la cuerda el agarre debe llegar cerca de su barbilla. Justo aquí. —Le enseñó la chica mientras tiraba de su mano—. Y no alce tanto el codo, tiene que dejarlo derecho. —Debido a la cercanía la princesa fue capaz de examinar a la chica con más detalle.

Su piel canela brillaba de un tono ambarino gracias a los primero rayos del día, sus ojos aceitunados se podían apreciar mucho mejor, pequeñas pecas surcaban el rostro de la chica, sus labios eran gruesos y rosados, su nariz era un poco grande pero perfecta para su rostro, sus cejas oscuras eran delgadas, y un rizo rebelde caía con suavidad sobre la frente de la chica y acariciaba su mejilla.

Selina se había perdido tanto ante esta vista que soltó la cuerda, haciendo que la flecha se escapara de sus dedos.

—Perfecto. —Larissa le regaló una sonrisa haciendo que la muchacha saliera de sus pensamientos.

La peli plateada miró al frente, hallándose con que la flecha que había lanzado por accidente ahora se encontraba incrustada en el centro de la diana.

—Gracias —susurró con vergüenza.

—No fue nada, su alteza —dijo antes de alejarse.

—Espera. —Selina se sorprendió a sí misma al darse cuenta que había tomado la mano de la chica para detenerla así que la soltó al instante—. Perdón —se disculpó con nerviosismo—. ¿Logró descansar? —La guardia sonrió.

—A diferencia de usted, sí. Dormí bien. Gracias. —La princesa abrió y cerró la boca múltiples veces sin saber qué decir, causando que Larissa riera—. Alteza, ya es de día. Debió haber estado toda la noche entrenando. —La muchacha miró el lugar para confirmar la información.

En efecto, la luz natural entraba por las ventanas e iluminaba con delicadeza el piso blanco de mármol.

—No me di cuenta —murmuró, causando que Larissa riera nuevamente.

—Lo supuse.

—Mmmm... yo... ¿puedo invitarla a desayunar? —La guardia alzó las cejas con sorpresa ante la inesperada invitación de la princesa—. Es para agradecerle por la clase de arco y por la ayuda en Weingh —dijo con nerviosismo mientras jugaba con sus dedos.

—Me encantaría, su alteza —contestó la chica mientras le daba una sonrisa que logró alterar de forma extraña el corazón de la peli plateada.

—Por favor, llámame Selina.

Taken (Segunda parte de Cursed-Blessed)Where stories live. Discover now