CAPÍTULO XI

56 11 8
                                    

Era de noche y la Guardia Real ya se había instalado en el bosque a las afueras del pueblo de Weingh. Selina se encontraba sentada sola frente al fuego mientras leía uno de los libros que había traído para su viaje, tenía la esperanza de encontrar algo en ese libro que la ayudara a romper el compromiso de su hermana con el príncipe Jungwon.

Una persona se acercó hasta donde la chica estaba y tomó asiento; la observó leer en silencio por un largo rato hasta que Selina fue consciente de la intensa mirada sobre ella. 

La princesa apartó los ojos del libro para encontrarse con los ojos color oliva de Larissa, quien al percatarse de que había sido atrapada, desvió la mirada con nerviosismo.

—¿Sucede algo? —inquirió la peli plateada con tranquilidad.

—No debería estar tan apartada del resto con ese monstruo suelto —comentó la pelinegra en voz baja, Selina sonrió.

—¿Acaso no cree que sea capaz de cuidarme yo sola?

—Por supuesto que sí —soltó la guardia rápidamente—. Y- yo la he visto practicar durante las noches. Sé de lo que es capaz. —Su confesión hizo que las mejillas de la soldado se pintaran de un intenso color carmesí.

—¿Con qué me ha estado espiando?

—Es mi deber como miembro de la Guardia Real cuidar de usted, su alteza —se excusó la chica con velocidad, la peli plateada la examinó con cuidado para luego apartar la mirada.

—Está bien. Es su trabajo a final de cuentas —sentenció antes de abrir el libro y volver a sumergirse en su lectura. Selina pudo mantenerse así por un rato pero la intensa mirada que le daba la muchacha pronto la hizo sentir incómoda—. ¿Necesitas algo? —inquirió la peli plateada con algo de fastidio.

—¿De qué trata el libro? —preguntó Larissa haciendo que Selina frunciera el ceño, pues no creía que a la chica realmente le importara conocer sobre el tema.

—No es nada importante —mintió.

—¿Está segura? La concentración que muestra en su rostro al leer dice algo distinto. —Parecía que la chica no la iba a dejar en paz hasta que consiguiera algún tipo de respuesta. 

—Son leyes antiguas —contestó de malas.

—¿Por qué lee sobre eso? Dejaron de funcionar hace años.

—No es así, algunas siguen vigentes.

—¿Cómo cuáles?

—Como leyes de conducta, propiedades, territorios y herencias.

—Eso no es muy específico. —Su comentario hizo enojar a la princesa pues no podía mantener la concentración en su investigación con la intensa mirada de Larissa poniéndole los pelos de punta.

—¿Por qué no mejor dejas de hacer tantas preguntas y guardas silencio? Quiero leer en paz —soltó con enfado.

—Por supuesto, lo lamento. No la volveré a molestar.

La princesa volvió a coger el libro e intentó continuar con su lectura, pero esto le fue imposible cuando Larissa comenzó a silbar. Selina cerró el ejemplar de golpe, abrió la boca lista para usar su poder y  ordenarle que se callara pero se detuvo al ser capaz de identificar aquella suave melodía que producía la guardia. Se trataba de una balada antigua que Heloisse les solía cantar a ella y sus hermanas cuando eran más pequeñas.

Selina se quedó anonadada escuchando con atención las suaves y tristes notas que abandonaban los labios de la chica, intentó recordar la letra que acompañaba la melodía pero le fue imposible. Cuando ella terminó, las mejillas de la peli plateada se encontraban llenas de lágrimas.

Taken (Segunda parte de Cursed-Blessed)Where stories live. Discover now