Prólogo

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     —Más fuerte —. Pedí a Galena, ella era una de mis compañeras en el orfanato.

Estaba encima de la llanta, que colgaba del árbol, esta se encontraba detrás del edificio principal del orfanato, había un camino de piedra que nos dirigía debajo del árbol, este sostiene la llanta. Amo este lugar desde aquí puedo ver el paisaje de toda Atenas.

Ella me empujó más fuerte, estiré mis pies y pude sentirme en el cielo, sentía que volaba, el aire chocaba con mi cara y revolcaba mi pelo agitándolo con el viento.

La hermana Selena fue quien creó este columpio, muy pocas personas conocían su existencia, pero yo tenía el lujo de saber de esta llanta colgante en el patio trasero.

     —Es mi turno—Dijo Galena.

Dejo de empujarme, yo deje mover mis piernecitas, me baje de este columpio y Galena se subió, yo inicie a empujarla, su risa me causaba felicidad me gusta ver a las personas sonreír.

La sensación que causan en mí, una sonrisa, es como un trueno iluminando la noche, es esa luz en la oscuridad, es ese ruido en mi vida, es una sensación que quiero siempre conmigo.

     —Niñas, vamos a dentro, es hora de la cena —. Nos llama la hermana Selena este lugar está prohibido y mientras Galena y yo estamos aquí la hermana se encarga de distraer a la madre superior.

Empezamos a caminar hacia la entrada trasera, desde donde grito la hermana Selena. Galena corrí, yo la seguí, llegamos, ella me ganó, la hermana Selena nos sacudió, el uniforme, estaba algo sucio con polvo y tierra, arreglo nuestras trenzas, luego nos guio hasta el comedor, ahí estaban todos, nos formamos en la fila.

Aquí y a la hora de los descansos después de las clases podíamos reunirnos con los niños, el resto de tiempo permanecíamos separados. Llego nuestro turno, tomamos una bandeja y la llenaron de puré otra vez puré.

Me senté en mi lugar asignado y esperé a que la fina terminará y todos tomáramos asiento, la Madre superior agradeció al señor

     —Pueden comenzar —. Esa era la señal para que todos pudiéramos comenzar a comer. No podíamos comer antes de que den la señal para empezar, todos debemos tener un plato enfrente para poder comenzar.

El puré sabía cómo siempre a nada, pero era lo único que había, casi nadie adoptaba a los niños grandes y yo era una de esas niñas grandes, éramos 56 niños o eso son los que he podido contar, somos 29 niñas y 27 niños

Finalice mi puré, ahora debía esperar a que todos acabarán para poder recoger las bandejas, jugué con el dobladillo de mi uniforme, usaba un vestido largo que me llegaba hasta los tobillos, los niños utilizaban pantalones y camisas, el uniforme era café con detalles negros.

     —Pueden retirarse —. Dijo la madre superior.

Espere a que la mesa uno sé desocuparan. Después de dejar la bandeja donde corresponde, seguíamos un orden, luego fue la dos y así hasta la mía que es la 6, ya que en esta estaban los niños con mayor edad, había 8 mesas cada una con 7 niños y una hermana. Después de la cena nos dejaban divertirnos en el patio hasta que anocheciera y después nos llevaban a nuestras habitaciones.

Galena tenía un año más que yo, ella estaba en la mesa 8 así que era de las últimas en salir. Llegue al patio y ahí están todos, jugando. Es un patio cubierto y en forma de cuadrado había varias sillas y plantas por todo el lugar, algunas de las sillas estaban dañadas, a las paredes se les cae la pintura, pero estaba todo limpio y ordenado.

     —Adara vamos con los chicos están jugando un juego muy interesante están dentro de esos arbustos—. Dijo Galena.

     —¿Cómo sabes que están ahí? —Le pregunté.

Muñecas Infernales. #1 Muñeca De Porcelana Donde viven las historias. Descúbrelo ahora