38. Dos ven más que uno

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—¿Qué opinas del matasanos?

Yoongi echó un vistazo extrañado a Taehyung.

—¿Qué opino de qué?

—¿Te parece que le guste Jimin?

Yoongi se encogió de hombros.

—Un poco pronto para saberlo ¿No?

—Bueno, pronto, pronto… Es la quinta vez que salen.

—Ya, hombre.—Yoongi se removió.— Pero igual sólo es como amigos.—miró a Taehyung con cautela.—Ya hablamos de esto, Tae.—le recordó con un tono sorprendentemente suave.

No debían interferir mas.

—Ya.—Taehyung no se veía convencido. Se quedó quieto unos instantes y sin previo aviso, suspiró y se levantó de la cama.—Bueno, me voy a dormir.

Yoon le miró como si le hubiese salido una segunda cabeza.

—Son las nueve.

—Es que estoy molido.—argumentó estirándose.

—Ya pero… ¿Las nueve, en serio?

Tae encogió despreocupadamente un hombro.

—Que puedo decir, me estoy haciendo viejo.—caminó con calma hacia la puerta y se despidió.—Buenas noches, Yoon. Te quiero.

Yoongi no sonrió esta vez, mientras veía como la puerta se cerraba a su paso.

Taehyung cerró la puerta de su propia habitación… Quedándose fuera. Echó un rápido vistazo alrededor, escaneando el pasillo. Vía libre.

Se puso la capucha de la sudadera y bajando silenciosamente las escaleras, salió de casa. Operación ninja en marcha. Corrió hasta el garaje y cuando tuvo uno de los vehículos a su disposición, montó en el asiento del piloto. Inmediatamente se quejó.

El asiento estaba tan hacia delante que se estaba machacando las rodillas. ¿Quién coño conducía ese coche? ¿Jimin?

Se rio en silencio de su ingenio y salero y echó hacia atrás el asiento, regulando ya de paso los retrovisores. Procuró no encender las luces hasta que no estuvo fuera del recinto, las farolas ayudaron a que no se matase, a decir verdad. Una vez fuera, encendió los faros y consultó su teléfono.

Puso en el navegador la dirección del restaurante donde estaba Jimin y se puso en marcha.

Una vez en el centro, buscó el lugar adecuado. Agradeciendo mentalmente que el sitio en cuestión tuviese un parking abierto, localizó un sitio libre y aparcó. Aunque no todo podía ser de color de rosa. No se veía una mierda desde allí.

En fin, plan B.

Estirándose, extrajo de los asientos traseros la mochila que había llevado de su habitación y sacó la gorra y la mascarilla. Una vez preparado, revisó su aspecto repentinamente anónimo en el espejo.

Parezco un acosador… O un paparazzi.

Salió del coche. Andó varios metros hasta situarse en una zona con arbustos desde donde se veían las cristaleras del restaurante. La zona estaba desierta, así que tiró la mochila al suelo y después se arrodilló. Con cuidado, sacó los prismáticos de largo alcance y echó un ojo.

—¿Qué cojones? No se ve una mierda. Me dijeron que eran de lo mejorcito, putos timadores.—se calló de pronto, cuando al examinar los catalejos, comprobó que las tapas aun estaban puestas.—Ah.—exclamó.—Menos mal que aun no había mandado la queja online.

Retiró las tapitas y se los puso ante los ojos de nuevo.

—Esto está mejor.—canturreó.—A ver, a ver. ¿Dónde estás, pequeño saltamontes? No…—descartó cuando consiguió enfocar a una pareja en una de las mesas.—Esos tampoco. Ni esos.—dio con una cabellera rubia de la altura adecuada sentada a solas en una mesa. No había rastro de pareja, pero sí dos copas en la mesa, lo que sugería que el susodicho estaba en el baño.—¿Eres tú, mi pequeño Padawan?—la persona en cuestión se giró para recoger el bolso que acababa de caerse de la silla.—Supongo que Chim no tiene esos melones.—agregó al ver un sugerente escote adornado por exuberantes pechos.—Muy buenos melones, por cierto.

NEVERMIND ♠️Kookmin♠️Where stories live. Discover now