Operación Estocolmo 🔥 Namjin, Taegi y Kookmin

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❝Donde ocho atracadores asaltan un edificio estatal y los rehenes luchan contra el síndrome de Estocolmo

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❝Donde ocho atracadores asaltan un edificio estatal y los rehenes luchan contra el síndrome de Estocolmo.❞

La casa de la moneda de Corea ha sido asaltada. Ocho atracadores, ocultos tras máscaras y armados con fusiles, toman el control del lugar más seguro del país. Seokjin, trabajador del lugar, queda atrapado en medio del asalto, al igual que otros sesenta rehenes.

Junto a él Yoongi, un trabajador del banco y Jimin, un chico que estaba en el lugar equivocado en el momento menos oportuno, experimentarán lo que es vivir en el limite del bien y del mal. Tendrán que intentar distinguir entre lo correcto e incorrecto y decidir si los buenos son tan buenos y los malos tan terribles o si la justicia es algo más ambiguo de lo que siempre les han enseñado.

"He entrado en el lugar con más seguridad del mundo, la fortaleza infranqueable"

"El banco no es una fortaleza infranqueable."

"No hablo del banco, Seokjin "

🪙 Namjin/Kookmin/ Taegi (los tres ships son igualmente protagonistas)
🪙 +18/ Daddy issues/ síndrome de Estocolmo
🪙 Trama inspirada en "La casa de papel"
🪙 Empezada: 22/01/2024
🪙 Estado: En proceso

©Todos los derechos reservados. No sé admiten adaptaciones.

...

Primer capítulo de muestra: El lugar más peligroso

“Los atracadores se han afincado dentro del edificio cuando la policía ha cortado la retirada. Hay diez rehenes confirmados y dos agentes heridos en la reyerta. Estamos a la espera de que los negociadores del gobierno inicien…”

Kim Doyun apagó la televisión.

Su reflejo en la pantalla apagada no le transmitió mas que preocupación. ¿A que extremos iba a parar este mundo?

Apartó la vista de sus ojeras desdibujadas en el fondo negro del televisor y miró a su hijo pequeño, jugando entretenido con unas piezas que iba apilando para formar un edificio.

Doyun sonrió.

—Jin.—el niño lo miró con aquellos ojos enormes.—Ven, hijo.—Seokjin, todavía un niño, corrió a sentarse sobre las rodillas de su padre.—¿Qué estás haciendo?

—Construyo.

—Anda… ¿Y qué construyes?

—Es un banco.—respondió, señalando su obra a medio hacer. Rápidamente, aclaró.—Un banco de los del dinero, no de sentarse.

Su padre largó una risa reconfortante y le besó la cabeza con adoración.

—¿Y por qué un banco?

Jin le mostró un muñeco de Supermán y otro de una princesa.

—Es que Supermán tiene que ir a salvar otro planeta pero no quiere dejar a la princesa sola.—explicó, con tanta vehemencia que a su padre casi le sorprendió no haberlo visto en las noticias.—Así que le estoy construyendo un banco del dinero para que ella tenga un sitio donde protegerse mientras él no está.

—¿Y… Por qué un banco?

—Los bancos son los sitios mas seguros del mundo.

—Mira tú.—se mofó su padre, peinándole el flequillo.—¿Y eso quien lo dice?

—Mi profesora.

Kim Doyun recolocó a su hijo sobre sus piernas, de modo que a este no le costara mirarle.

Con una sonrisa paciente, explicó.

—Los sitios más seguros, a menudo son los más peligrosos.

—¿Por qué?

—Porque los sitios más seguros guardan cosas de muchísimo valor. Cuanto más valor tiene algo, más gente está tentada de robarlo. Y eso lo convierte en peligroso. ¿Entiendes?

Seokjin no lo entendía, pero aún así asintió.

De haberlo entendido, tal vez no se habría encontrado a sus veintitantos trabajando en el KOMSKO, el organismo de acuñamiento e impresión de la moneda coreana. Comúnmente conocido como la fábrica del dinero.

De haber entendido lo que su padre quiso explicarle, tal vez Seokjin no habría tenido que comprobar su teoría de primera mano.

—Perdone.—Jin se volvió hacia el hombre que acababa de pararle en medio del enorme hall, recubierto de mármol.—Estaba buscando a Kim Seokjin.

Jin parpadeó y al instante, compuso su suave sonrisa de trabajador.

—Soy yo.

El hombre sonrió de una forma que a Jin le resultó curiosa. Era una sonrisa casi… ¿Infantil? Tan traviesa que descuadraba por completo en un rostro adulto.

—Maravilloso.—exclamó, con una dicción impecable.

Eso fue lo primero que Seokjin notó de Kim Namjoon, claro que por aquel entonces ni siquiera sabía su nombre real. Que podría haberse hecho rico narrando novelas con aquella voz hipnótica y su hechizante forma de hablar.

Girando completamente su cuerpo hacia el desconocido, peguntó.

—¿Puedo ayudarle en algo?

El hombre sonrió y para sorpresa de Jin, le tomó suavemente del brazo.

—Por supuesto. Es usted imprescindible.

Seokjin alzó las cejas, completamente perdido; por el tono, lo ambiguo de las palabras... Perdido por aquel tacto tan desconcertante.

—¿Cómo dice?

El agarre en su brazo no aflojó cuando con la otra mano, aquel hombre sacó una pistola y dio tres tiros al aire.

En el reverberante eco de aquel inmenso hall, los gritos retumbaron y algo que Jin no supo identificar estalló como un choque entre dos trenes.

—¡Atención, damas y caballeros! Esto es un atraco.—el hombre que aún sostenía a Jin del brazo alzó la voz hasta que la fuerza de su tono estremeció y aún así, no dio la sensación de estar gritando. Jin tuvo la sensación de estar oyendo a un maestro de ceremonias.—Les ruego que mantengan la calma y obedezcan mis órdenes y las de mis compañeros. De ese modo todo saldrá como debe y nadie saldrá herido.—Jin se giró, asustado cuando los portones de la entrada principal se cerraron de golpe. El ruido desató otra oleada de caos.—¡Por favor, señores!—insistió el hombre.—Cálmense y todo saldrá bien. Les aseguro que no es nuestra intención hacerles el mas mínimo daño.—entonces sus ojos, vivos y chispeantes, bajaron hacia Seokjin. Aquella sonrisa peculiar volvió a recortarse contra su boca.—Siempre y cuando no nos obliguen.

Seokjin tembló e inevitablemente, recordó aquella mañana de Domingo sobre el regazo de su padre, hace mas de veinte años.

Estaban en el lugar más seguro del país… Y por lo tanto en el más peligroso.



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