❝Donde finalmente, Jimin asume que debe dar un paso atrás.❞
Jungkook se pasa la vida ignorando y menospreciando a Jimin, aunque el pequeño rubio haga su mejor esfuerzo por agradarle. Gasta todos sus cartuchos y los vuelve a recargar, todo por el car...
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Por segunda vez en el día, Jimin fue acorralado en un rincón.
Caminaba hacia el lavabo cuando la mano de Jungkook le arrastró hacia la puerta mas cercana. Jimin se dejó guiar preguntándose en que momento había decidido seguirle como un acosador hasta que se encontró dentro de una sala vacía y el pestillo de la puerta resonó como un disparo.
El no temía a Jungkook, pero la rabia que halló en sus ojos al encararle le dejó temblando.
—Jungkook…
—No.—ladró él.—No quiero ni escucharte.—Jimin sintió un frío repentino que le caló los huesos.—No quiero oir una puta palabra. ¿De qué cojones vas, Jimin?
El rubio se notó la garganta seca y los ojos escociendo. No sabía por qué de pronto tenía ganas de llorar pero lo hacía.
Exhaló aire lentamente y dio un paso adelante, tratando de borrar la tensión.
—Jungkook, mira…
Jungkook no dejó que se acercase, dio un paso atrás, mirándole con tanta rabia que casi parecía asco.
Esa expresión detuvo a Jimin en el acto.
—Te has comportado…—se atascó. Estaba tan enfadado, tan furioso que no era capaz de hilar correctamente las palabras. Se pasó los dedos temblorosos por el pelo.—No quiero ni decirlo.
Jimin quería sembrar paz, desesperado por imponer la calma pero el gesto de Jungkook le mantenía clavado al suelo.
—Mira, sé que no te ha gustado que llegase con Chanyeol.—dijo con la voz muy suave.—Pero tienes que calmarte. Estás teniendo una reacción desproporcionada.
Jungkook lanzó al aire un ruido oxidado, Jimin tardó en comprender que era la mala imitación de una risa seca.
—Desproporcionada.—repitió.—Tú y yo tenemos algo entre manos, Jimin. Creí haber dejado claro el punto antes.
—Sí, lo dejaste cristalino.
—¿Entonces?
—¿Entonces que? Joder, Kook… Solo he estado con un amigo.—se quejó, los nervios a flor de piel.
—Con dos. Y eso no son amigos.
Jimin le miró durante una larga pausa.
—¿Y qué son?
—Son unos gilipollas que has usado de pantalla para joderme.—aclaró con los ojos tan fríos y ardientes que Jimin no podia escoger entre esos dos elementos contrapuestos.
Solo sabía que ambas versiones quemaban. Quemaban como el infierno.
—Jungkook…
—¿Sabes lo inmaduro que ha sido eso?—regresó al ataque sin intenciones de dejarlo hablar.—Y no hablo de… Relacionarte con ellos. Del mismo modo que no hablo de esa mierda turbia con Taehyung. Habló de la intención asquerosa que había detrás.—Jimin bajó los ojos, avergonzado. Tenía razón y no se sentía orgulloso. Y de repente, comprendió que tener un plan para darle celos era indigno y provocador.—Todo lo que has hecho ha sido para provocarme. Para que yo me enfade y monte en cólera. Te has portado como un niño malcriado, Jimin.
