7. Dulce libertad

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Cuando Jungkook se despertó, ya entraba luz por la ventana. Por lo que podía ver, hacía buen día, sin una sola nube empañando el cielo aún tildado por tonos naranjas y violetas.

Se estiró con un ruidito satisfecho y meditó sobre si merecía la pena levantarse de la cama solo o esperar a que le llamasen. Recordar el último despertar que le dio Jin le hizo escoger la primera opción.

Era muy temprano para escuchar la irritante risa de su Hyung mientras le salpicaba la cara con agua fría.

Comenzó a descender por la escalera y a juzgar por el barullo que se escuchaba desde la cocina, ya había varios miembros despiertos. Cuando entró rectificó su pensamiento; todos estaban ya en pie.

Mierda de madrugadores, que manía les tenía.

—Hola.—saludó con la voz aún ronca, mientras se rascaba el estómago por encima del pijama.

Recibió varias respuestas dispares, lo habitual. Porque cuando llevas tanto tiempo conviviendo con gente te acostumbras a una cierta rutina, siendo capaz de anticiparla al dedillo.

Ahora era el momento en que Jin soltaba un comentario sobre su cara, pelo o aspecto de feto recién levantado en general.

—Por Dios, ¿Quién ha dejado abierta la puerta de mordor?—acto seguido disparó una de sus características risas a decibelios inhumanos. Hoy tocaba el chiste malo.

—Buenos días a ti también, Jin Hyung.

Se sentó con los demás sabiendo que ahora Nam le pasaría un plato y unos cubiertos para que pudiese servirse de aquel enorme buffet armado en la isla.

Un plato se deslizó silenciosamente en su dirección.

Con la media sonrisa presta, se sirvió de aquí y allá mientras esperaba a que alguien le pasara la taza de café, como cada mañana.

—Ahi va, Kook.—Hobi le puso la taza a un lado del plato, palmada en el hombro incluida.

Sonrió y le dedicó un agradecimiento, dando el primer bocado y esperando. Porque ahora tocaba cuando el gorrón de siempre le robaba un bocado de su plato.

Subrayemos el posesivo.

Y como un augurio de tormenta, la mano de Tae se deslizó a través del mármol para intentar cogerle un trozo de algo. Nunca llegó a saber de qué concretamente, porque antes de llegar al objetivo el susodicho recibió el manotazo de siempre.

—¡Ay! Joder, es solo un bocadito de nada.—se quejó el gorrón.

—Mantente lejos de mi plato.

Dio otro bocado, satisfecho y se llevó la taza a la boca, esperando de nuevo. Ahora llegaba el momento en que Jimin se acercaba para alcanzarle el zumo que nunca se molestaba en servirse y le decía "toma, Jungkookie".

Nada pasó.

Dio un tercer bocado y también un cuarto, pero no oyó ningún cambio. Las escuetas conversaciones mañaneras de sus Hyungs seguían su curso y el zumo no llegaba. Echó un vistazo a la esquina de la mesa, el rubio comía lentamente mientras miraba a Taehyung frotarse la mano con una mueca. Jungkook rodó los ojos. Que exagerado.

Jimin sonrió divertido hacia su amigo antes de apiadarse y darle un bocado de su fruta que pareció mejorar el volátil estado de ánimo de Taehyung. Y allí seguía la jarra de zumo a medio vaciar, a tan solo un palmo de distancia de Jimin.

Finalmente, Jungkook se estiró por la jarra y se sirvió el mismo. No pensaba pedírselo, era una de esas escasas y maravillosas mañanas donde Jimin se levantaba sin ánimos de atosigarle. Mejor no tentar a la suerte. Pensamiento que mantuvo intacto al llegar el momento en donde, una vez listos para salir, debían dividirse en dos coches y Jimin se ahorró su numerito diario de esperar hasta ver en qué vehículo se montaba el menor para ir tras él. Salió el segundo, antes que el propio Jungkook y se subió al coche más cercano.

NEVERMIND ♠️Kookmin♠️Where stories live. Discover now