9. Quien caiga primero

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Jungkook tenía la certeza de que algo no andaba bien.

Ya no eran meras suposiciones. A Jimin le ocurría algo, algo con él, más concretamente. Se fustigó por haber estado tan ciego. ¿Cómo había sido tan idiota de no darse cuenta antes? Interpretar el "día libre de Jimin" como un simple "día libre de Jimin" ahora le resultaba francamente estúpido.

¿Desde cuándo Jimin le daba días libres? Si serás idiota, se decía.

¿Como había llegado el moreno a esa conclusión? Tras mucho observar.

El machetazo del desayuno solo había resultado ser el preludio de lo que aún estaba por suceder. Jimin había repetido, paso por paso, lo ocurrido el día anterior. Nada más salir, escogió la primera furgoneta, sin volverse a mirar hacia donde iba Jungkook.

Aunque lo más escalofriante estaba por suceder.

Cuando Jeon, picado por el desconcierto que su actitud le provocaba, le siguió hacia el primer vehículo y se sentó a su lado, Jimin se bajó de él.

—He olvidado algo dentro—se giró hablando con el conductor en cuanto sus pies tocaron el asfalto.—Puede irse, Hyung. Montaré en el otro coche.

Con una apresurada reverencia, cerró la puerta y entró de nuevo a casa.

Jungkook, con un mal presentimiento gestándose en su estómago, auguró más que adivinar, que ese no sería el único comportamiento extraño del día. Aquel presagio volviéndose realidad al reencontrarse ya en la agencia.

Estirando en la sala de prácticas, vio llegar a los cuatro miembros del segundo coche.

Jimin y Namjoon entraron hablando, las mochilas colgando de su hombro y una sonrisa en la cara. Le pasaron de largo para cambiarse en el extremo de la sala, allí donde se ubican las espalderas y la cadena de música. Aprovechando la visión indirecta que le otorgaban los espejos, vigiló.

Se dijo que no había nada raro allí. Se cambiaban de ropa uno junto al otro, sin romper la conversación.

¿Qué Jimin se había lanzado sobre Nam en medio de una carcajada? Bueno, era lo normal, Jimin era así. Eufórico, cercano. También un poco tocón. Así que si su pequeña mano había descansado más segundos de los necesarios sobre el brazo desnudo del líder nadie tenía por que verlo extraño.

Aunque Jungkook lo criticase por dentro.

No era nada personal. Es decir, un hombre no debería tocar a otro hombre tanto como lo hacía Jimin. Un hombre no debería tocar así a otro. Así como una caricia, así como un gesto íntimo. Jungkook cuadró la mandíbula centrándose en estirar sus brazos para tocarse las zapatillas.

Así como una insinuación.

Respiró más tranquilo al ver a Namjoon echarse a un lado de Taehyung para comenzar a estirar, lejos de Jimin.

Este había cogido el sitio vacío a un lado de Yoongi.

Era ya habitual que cuando hacían algo mínimamente relacionado con deporte, los alrededores de Suga quedasen vacíos. El porque era ya historia antigua; Yoongi, poco fan de moverse en exceso, solía quejarse y agitarse como un bebé hambriento al de pocos minutos. Lloriqueaba, suspiraba y hacia pucheros mientras que dejaba a un lado su fachada de tipo duro sin pasión por el contacto humano para echarse cual gato pegajoso sobre quién estuviese más cerca.

Lo habían aprendido a las malas. El único que parecía no encontrar molesto ese comportamiento era Taehyung.

Diez minutos de estirar, doce de practicar pasos y Yoongi ya estaba en modo pucheritos. Su flequillo, levemente húmedo, se apoyó como por casualidad en el brazo de Jimin. El rubio se detuvo a mitad de un movimiento al sentirlo. Miró hacia abajo, a la cabellera negra contra su manga.

NEVERMIND ♠️Kookmin♠️Where stories live. Discover now