Capitulo 8

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Para felicidad de Alexander, el clima mañanero era delicioso, algunos rayos de sol se asomaron calentando su cuerpo desde temprano. El cielo se encontraba despejado y se notaba el cambio de ambiente. Fue su salvación saber que se encontraba en el transcurso de invierno a primavera en Rusia, por lo que los días se pondrían más soleados y las noches menos frías a su gusto.

Recordó por un momento sus viajes a la costa y su estadía en la casa de playa con Daniel, las extravagantes fiestas que organizaba y como no recordaba los acontecimientos que hacía al día siguiente por la resaca matahombres. Lamentablemente debía volver a su realidad, no se encontraba en casa y no podía hacer lo que acostumbraba por respeto a Viktor y los empleados, podía ser rebelde y grosero en muchas cosas pero no discutía la hospitalidad y el buen servicio que le brindaba, en especial la amabilidad de sus sirvientes. El alfa le desagradaba a mil, pero podía ser mucho peor.

Sus manos volvieron a moverse con rapidez, debía redactar proyectos para su empresa, hablar con algunos accionistas y supervisar que sus trabajadores se desenvuelvan de manera correcta. Jason, su asistente personal habia reventado el celular esperando sus ordenes, muchas personas dependian de Alexander pero él no lo hacia de nadie. Sigue siendo sorpresa para algunos clientes enterarse que una de las empresas mas importantes liderando el sector petrolero estuviera en manos de un joven omega, pero él se encargaba de cerrarles la boca haciendolos volver por mas.

—Joven— Apareció una beta y poso en la mesa un tazón lleno de fresas rojas, los ojos de Alexander se iluminan al verlas, ella le sonríe y deja al lado un vaso de agua a pesar de que no habia pedido nada.

—¿Ya les habia dicho que podría casarme con todas ustedes?— Responde para llevarse el fruto a la boca, desgusto leche condensada endulsando su paladar. Esas mujeres hacían maravillas para él.

—Si joven, cada vez que le servimos algo delicioso, pero tendremos que negarnos por ser mucho mayores que usted— respondió halagada, algunas sirvientas se reían detras de una maceta escuchado a Alexander, tenía casi dos semanas y ya había ganado el corazón de todos con su alegría.

—No le veo el problema mamasita— la beta se rió y se retiro junto con las demás dejandolo trabajar. El omega hubiera seguido con la broma si no fuera por la cantidad de trabajo que vio llegar a su bandeja de entrada. Suspiro pesado y trono los dedos.




















El sol ya se habia ocultado, toda la tarde se ocupo llamando a muchas personas y asegurando algunos inversionistas, cerro la laptop cuando su trabajo habia terminado por hoy. Después de el ajetreado almuerzo que tuvo, Veronika se encargo de prepararle pequeños bocados de fruta para que se alimentara, le gustaba tratar a Alexander como si fuera su pequeño hijo, a él o le molestaba en absoluto.

Alexander vio dos trozos de naranja faltantes en el tazón pero ya no podía más, estaba lleno. Se levantó y acarició su espalda, estar sentado todo el día podia doler. Tomó su portátil y se adentro de nuevo a la mansión. Al llegar al último escalon del segundo nivel sintio la presión de alguien mirandolo.

Volteó de reojo y encontro al pequeño omega que habia visto temprano al lado del señor William, estaba detrás de una de columnas observandolo, al ser descubierto por el castaño aparto la mirada y partió antes de que pueda decir algo, Alexander prefirio no darle importancia ya que acostumbraba a acaparar todo tipo miradas. Al ingresar a su habitación palpó sus bolsillos, quería hablar con David sobre mercancía que llevarían a traspasar fronteras Mexicanas al día siguiente, se estreso al darse cuenta que había olvidado el celular abajo.

No tardo en volver a los jardines encontrandolo en la mesa donde había almorzado, vio el tazón de nuevo y se apresuro a llevarlo a la cocina para no molestar a las señoras, pero los dos pedazos de naranja ya no estaban.

Dominancia ExtremaWhere stories live. Discover now