DESDE MI VENTANA HACIA TU CONTENEDOR {4}

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{Capítulo 4}

THUNDER

—¿Mhm? —conseguí decir, algo aturdido aún, sin emitir palabra.

Su mera presencia..., tenerla cara a cara tras solo escuchar su voz, me tomó por sorpresa.

La chica de cabello como las rosas rojas, rostro perdido y sonrisa torcida

Esta, al comprobar el efecto que había provocado en mí con tal solo su impactante presencia, ladeó una sonrisa enseñando sus dientes y negó lentamente con la cabeza, sin despegar su mirada de mí.

Chica inteligente.

—¿Algún problema? Te llames... como te llames —le dije, seguro en mis palabras, utilizando la misma conducta arrogante que estaba tomando ella.

Lentamente, con las cadenas de mis pantalones chocando entre sí, me acerqué a la ventana, manteniendo el contacto visual con ella. Ladeé la cabeza y reí mientras apoyaba mis brazos en la repisa de la ventana.

—Eres nuevo aquí —respondió ella, asegurando algo más que obvio.

Expulsó lentamente el humo que desprendía de su cigarro hacia el lado opuesto en el que yo me encontraba. Esta, dejó el mechero sobre el contenedor, solo que este cayó al suelo. Cuando esta se agachó para recogerlo, logré ver que a causa del ensimismamiento en el que estaba sumido bajo su hechizante mirada, no había tenido tiempo aún para fijarme en el alrededor que la rodeaba en estos momentos.

Estaba sentada sobre un contenedor en el que incluso se podía ver sellado en él el sello oficial de la escuela. Rodeado por lo que sería un centenar de manchas negras —quemaduras— a los lados de este. Como si alguien, por mero aburrimiento, hubiese apagado su cigarro en el mismo una y otra vez.

—Dejémoslo en que..., es probable. He venido solo para confirmar mi presencia en las audiciones del jueves. Solo para eso —admití con soltura, apretando los labios y cruzándome de brazos. Me vi obligado a mirar hacia los pequeños edificios detrás de ella, intentado evadirla de mi campo de visión.

No pude devolver la mirada a ese lugar que me había hecho inquietarme por dentro.

—Ya..., guay — respondió esta mientras que, de reojo, pude vislumbrar cómo seguía sin quitarme los ojos de encima. Su mirada se había posado sobre mí y el peso que cargaba esta, me estaba afectando notoriamente.

Se creó un pequeño silencio en el que ambos no supimos muy bien qué decir.

—¿Todo bien...? —soltó ella enarcando las cejas, con cierta preocupación notoria en su rostro. Preocupación real. Ello hizo que girase mi rostro instintivamente hacia esta de nuevo, encontrándome nuevamente con esa mirada que tanto secretismo parecía llevar detrás.

—S-sí, sí. No es..., no es nada —dije en una forzada sonrisa, la cual al parecer ella fue testigo enseguida de la falsedad que cargaba la misma.

Intenté llevar mi mirada a un lugar que no fuese ella ni todo lo que la rodeaba, pero por inconsciencia mis ojos se desviaron, dudando sobre si volver a mirarlas o no, hacia las quemaduras del contenedor. Esta, avispada, también pareció darse cuenta de ello.

Oh. Oh.

—Lo estoy dejando. Al menos, yo... lo intento. De verdad —me afirmó ella cabizbaja. Mirando un punto fijo sobre el suelo. Abriéndose a un completo desconocido que no le había pedido explicaciones, pero que aun así, se las había dado.

No sabía quién era esta chica, pero era inteligente.

—¿A qué..., a qué te refieres? —inquirí torciendo las cejas ante lo previamente dicho por ella, puesto que me había descolocado por completo. Nadie jamás me había entendido tanto sin la necesidad de hablar. A pesar de ello, me consoló el hecho de que no hubiese pensado más allá de lo estrictamente necesario.

Eléctricos suspirosWo Geschichten leben. Entdecke jetzt