PROMETER DUDANDO {31}

27 1 0
                                    

{Capítulo 31}

SIGH

Podría hacerme la sorprendida al ver que Raider aceptaba mi llamada a la primera, pero lo cierto era que este —a pesar de no pasar mucho tiempo con su teléfono móvil hasta el punto de ser muy difícil ponerse en contacto con él— siempre me lo cogía al primer tono.

—Hey, Sigh. ¿Va todo bien? —preguntó él desde la otra línea, algo preocupado por su tono de voz.

—S-sí, sí... Pero necesito pasar por tu casa un momento, ¿estás allí?

—Claro, sí. Ya sabes que mi casa es la tuya, puedes venir siempre que quieras.

—Bien, porque necesito... eso que escondí —murmuré más bajito que antes y me vi obligada a explicarme—. Xander ha vuelto a hacer de las suyas, y bueno... cada vez se me hace más difícil comprar nuevos paquetes dado que él mismo se encargó personalmente de ir tienda por tienda diciendo que era menor y que no me vendiesen.

Lo escuché suspirar tras el teléfono. Parecía meditar internamente su respuesta. Mientras tanto, yo seguí caminando con prisas hacia su casa —de nuevo—, a pesar de haber estado en ella previamente.

—Bien..., pero prométeme que será la última vez —me hizo prometer este, algo cansado por su tono ahora. Aunque ante todo, no me reñía ni era tan estricto como Xander lo era. Raider en cambio, era en cierto modo, algo más permisivo.

—Lo intentaré —fue lo único que pude decir, no podía prometer nada, ni aunque verdaderamente así lo quisiese.

—Eso no me vale, Sigh.

—No sé qué más puedo decirte entonces...

—Que cumplas tu palabra, eso mismo podrías decirme. —Raider ahora parecía algo más serio que antes, y ello me hizo morderme el labio interior con fuerza y obligarme a seguir caminando hacia su casa—. Que escondas paquetes de tabaco de emergencia en mi casa, se va a acabar hoy mismo. Uno; eres menor y si te pillan con él te puedes meter en un buen lío, Sigh. Y dos; independientemente de que solo nos llevemos dos años, sigues siendo menor y yo no debería comprártelo. ¿Lo has entendido, verdad?

—Entendido, sí... —susurré, sin creerme del todo mis propias palabras.

—Voy a creerte, no me falles, ¿vale?

—Hecho, Rai —respondí, sincera, suspirando con fuerza y reuniendo todo mi autocontrol para que esta vez fuese la definitiva y cumpliese mi palabra de una vez por todas—. He traído mi agenda en mi bolso, podemos escribir un rato y probar cómo suena —dije, intentando calmar el ambiente. Escribir las letras de nuestras canciones siempre me resultaba agradable y de lo más reconfortante, incluso era divertido siempre que Raider me ayudaba.

—Sí, eso suena muy bien. Comeremos en mi casa y subiremos por la tarde a la escuela —respondió él.

—Hecho. De camino pediré algo a domicilio —este intentó interrumpirme, pero me adelanté—. Y pago yo, Raider. No hay debate abierto a discusión.

—Lo sé, lo sé... Pero tenía que intentarlo. A la próxima pago yo, y eso sí que no lo debato.

—Ya se verá... —respondí y lo escuché reírse desde la otra línea.

—Y yo que hoy iba a dejarte tocar mi batería... —dijo este en voz baja para que no lo escuchase apenas.

—¿Es en serio? —intenté no mostrar en exceso mi emoción, pero no fue posible—. Raider, no juegues con mis sentimientos.

—Por qué no, llevas pidiéndome tanto tiempo que ya pensaba que te habías aburrido de insistir. —Escuché el frigorífico de su casa abrirse y el sonido de una chapa de botella caerse al suelo.

Eléctricos suspirosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora