BANDAS Y GROUPIES {33}

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{Capítulo 33}

SIGH

—¿Tienes algo? —preguntó Raider desde el suelo. Como de costumbre, estaba recostado sobre la moqueta de la sala, con una pequeña libreta y un lápiz entre manos, con el cual no había escrito nada aún.

—Negativo, ¿y tú?

—Tampoco.

Suspiré con sonoridad y eché el cuello hacia atrás, apoyándome en el respaldo del sofá. Miré al techo como si de ahí fuese a sacar toda la inspiración que necesitaba para comenzar a escribir la letra de una canción cuya melodía era lo único que teníamos. La letra era simplemente para darle algo de forma y para que la vocalista de los pubs a los que íbamos la cantase. A pesar de sonar igual —o peor— que los chillidos de una vaca atropellada. Cita textual de Xander.

—¿El próximo fin de semana lo tenemos completo, verdad? —preguntó este dándose la vuelta hacia mí, aún hecho un ovillo en la moqueta.

—Eso creo. Mi abuelo nos consiguió trabajo para el sábado de la próxima semana en el mismo pub de siempre, y ese domingo nos han contratado para una fiesta de cumpleaños.

—¿Tendremos que ir a la fiesta también con Everly? —preguntó Raider no precisamente alegre por la noticia. Gimió de irritación y puso los ojos en blanco.

Everly no era mala chica, no del todo al menos... Los del grupo la tolerábamos. Al finalizar cada concierto repartíamos el dinero ganado a partes iguales y salíamos de allí tan pronto como nos lo permitían.

—Es inaguantable —soltó el pelinegro sin tapujos, achicando los ojos y fulminándome con la mirada.

—Raider...

—¡Sabes que tengo razón! Ha estado pillada por cada uno de nosotros. Aún recuerdo cuando comenzó a tontear con Xander... ¡Con Xander, Sigh! —estalló en carcajadas y yo lo acompañé.

—Ya, bueno... Te recuerdo que fui yo la que tuvo que decirle que a Xander precisamente no le gustaban las personas como ella. —Lo cierto es que desconocía si a Everly le había ayudado mi aclaración dado que semanas después siguió intentándolo de forma fallida con el pelirrojo.

—Siempre tan sutil, Sigh.

—Oh, ¿quieres que hablemos de cuando se obsesionó contigo? —Si quería desatar una guerra; yo no me quedaría atrás—. Porque eso que fue divertido de ver.

Para qué habré abierto la boca... —se dijo más para sí mismo mientras tomaba un cojín a su lado y se tapaba la cara con él.

Oh, Raider qué alto eres... ¿Podrías bajarme el micrófono? Está demasiado alto para mí —Imité su aguda y chirriante voz.

Ese era otro de los problemas que teníamos; —además de toda su persona en general— su voz. Su voz era un claro ejemplo de algo que no encajaba en nuestra banda, en nuestro estilo. Buscábamos una voz algo más grave y poderosa para aquellos gritos pesados de metal que teníamos pensados. Claro está, Everly jamás hizo ninguno de ellos. Esta se limitaba a cantar las letras que le dábamos sin acatar ninguna de nuestras instrucciones. Convertía nuestras canciones en una mezcla extraña de pop y country (¡pop y country!).

Ninguno de nosotros sabíamos aún cómo podía convertir algo tan oscuro, fuerte y sonoro en una melodía suave y serena, angelical en el mal sentido de la palabra. Sonaba estridente, su voz se hacía empalagosa en nuestras canciones.

Nuestro grupo era puro heavy metal, hard rock... Nos gustaba experimentar, no cerrábamos puertas aunque sí teníamos bastante claro cómo no queríamos sonar.

Queríamos vernos envueltos y reconocidos por ser los mejores o acercarnos a ellos. En esos géneros tan empoderados que te hacían querer gritar hasta rasgar todas tus cuerdas vocales. Mover tu cabeza de arriba a abajo sin cesar. Desatarse, en el sentido más amplio y profundo de la palabra.

—Para.

¿Te gustaría que te cantase al oído?

—Sigh, para.

Si fuésemos famosos, estoy seguro de que nuestros fans estarían obsesionados por vernos juntos. ¿No hacemos bonita pareja?

Aún recuerdo la cara que se le quedó a Raider al escuchar semejante estulticia.

—¡Sigh White, para! —casi me rogó él.

—¿Te gusta que invada tu espacio personal siempre que pueda y me sienta sobre ti?

—¡Eh! Eso te lo has inventado. —Se incorporó de golpe y me lanzó su almohada a la cara.

—¿Y tengo razón o no? —Alcé una ceja a la vez que tomaba la almohada entre manos al vuelo.

—Por desgracia, sí —admitió él, sentándose en el otro pequeño sofá, seguido del que yo me encontraba sentada. Se llevó consigo su lápiz y otro boli que tenía sobre la mesa con los que jugueteó en los reposabrazos del sofá, simulando que eran sus baquetas.

Raider también pareció meditar en su sitio. Los tres sabíamos que debíamos hacer algo con la banda. No podíamos presentarnos a ningún concurso con nuestra actual vocalista. Sí, bien, ahora teníamos a Thunder en la banda, y él se adaptaría con facilidad a nuestro estilo, y al que creásemos junto a él, pero seguía sin ser vocalista.

No era la primera vez que debatíamos sobre ello, era un duelo constante en nuestra banda. Aunque Everly —por contradictorio que resultase—, era lo mejor que teníamos por el momento. En la escuela de música no había clase de canto, no había un aula para ello. Incluso pedí ayuda a mi abuelo para ayudarme a buscar a un buen vocalista para nuestra banda. Él había sido el padre de una de las mejores estrellas de rock que había pisado este planeta; Jayden White. Mi padre.

En un tiempo se codeó con los mejores productores de música y ayudó a mi padre a conseguir los mejores contratos.

Pero ese día fue la primera vez que mi abuelo decidió no ayudarme, me dio la espalda al completo e ignoró mi petición. Realmente se enfadó conmigo por ello.

—Bueno, al menos te has librado de otra excursión a la montaña.

—No, qué mal, Raider... No sabes las ganas que tenía.

Me tiró el lápiz, pero lo tomé en el aire también.

Buenos reflejos.

Raider se reclinó en su asiento, echando el cuello hacia atrás y encontrando de su sumo interés la lámpara en el techo. Abrió y cerró la boca hasta que finalmente se atrevió a hablar.

—¿Alguna novedad de tu madre, Sigh...?

Quitando a Xander, Raider era la única persona con la que había hablado de ella. Sin entrar excesivamente en detalles. Lo justo y necesario como para que él la odiase de igual manera.

—Además de saber que sigue dándosela de groupie tirándose a saber qué estrella del rock..., no, no sé nada de ella. Ni tampoco quiero saberlo.

—¿Tienes su número al menos?

—No.

—¿Sabes con qué banda viaja?

—Raider, ni lo sé ni me importa, ¿vale? —respondí bruscamente—. ¿Acaso crees que voy a joderme la vida buscando a alguien que se deshizo de mí con tanta facilidad?

—Sabes que estoy de tu lado, Sigh, siempre. Solo intentaba ayudar... —se excusó él bajando el tono.

—Bien, pues no volvamos a hablar de ella. Ambos sabemos todo por lo que me hizo pasar. No quiero... revivirlo de nuevo.

—Lo sé, Sigh —intentó tranquilizarme Raider—. Y siento que tuvieses que haber pasado por ello. Suerte que estábamos ahí.

—Tú y Xena sois lo único que me llevo de ese día, no sé qué hubiese hecho sin vosotros dos esa noche —admití sincera, encogiéndome en el sofá y abrazando mis rodillas.

—Hubieses encontrado una solución en caso de no habernos encontrado. Siempre lo haces, Sigh.

—Ya..., yo no estoy tan segura de eso —murmuré para mí misma y apoyé mi mentón sobre mis rodillas.

Eléctricos suspirosWhere stories live. Discover now