DE VUELTA A LA RUTINA Y UNA INESPERADA PROPUESTA {28}

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{Capítulo 28}

RAIDER

Tras días y días de fiesta sin cesar, despertándome a las tres de la tarde y acostándome a las siete de la mañana, decidí al fin volver a la rutina y dejarme de tonterías.

Scar, ven aquí, chico. Hoy toca hacer algo de deporte.Tomé la correa del cajón del recibidor, antes de que este se abalanzase sobre mí y exigiese mimos—. Sabía que te gustaría la idea —Reí mientras me agachaba para acariciarlo.

Dificultosamente, dado que este no paraba de correr de un lado al otro del recibidor, conseguí colocar la correa en su arnés y enganchar la misma al mío, que rodeaba mi cintura. Scar estaba más que acostumbrado a practicar Canicross; deporte que consiste en correr con un perro atado a la cintura con un cinturón y una línea de tiro que va hasta el arnés del animal

Scar —un juguetón border collie marrón— había sido hasta el momento el mejor amigo animal que había tenido jamás. Ninguna de mis mascotas anteriores —todos perros— había logrado conectar conmigo de la manera que Scar lo hacía. Para describirlo me bastaba con las siguientes palabras: amigable e híper activo. Repleto de energía.

Incluso Sigh lo amaba, ya que muchos días me había acompañado a practicar Canicross y la misma había congeniado muy bien con este. Aunque más que correr, el perro tiraba de ella y esta intentaba seguirle el ritmo pero era en vano, Scar era hiperactivo, no podía frenarse, y Sigh..., Sigh podía frenarse, y lo hacía, solo que Scar no le dejaba. Por ello, al acabar la ruta establecida, Sigh solía tumbarse sobre la hierba y se quedaba mirando al cielo como si estuviese viendo su final. Aunque aquel día le duró bien poco ese momento de tranquilidad dado que Scar se le echó encima y comenzó a lamerle el cuello y después la cara. Esta, se vio obligada a levantarse y jugar con Scar aunque estuviese agotada.

Todos sabemos por qué Sigh tiene tan poco aguante... El tabaco tiene cierto papel ahí.

Apagué mi teléfono y lo dejé sobre el mueble del recibidor. Tan solo cogí las llaves de casa y cerré al salir. No necesitaba nada más, tan solo quería despejarme y volver a reorganizar de alguna manera mi vida.

Comprobé desde fuera que había apagado todas las luces de mi casa, y salí de allí. Vivía en una casa a las afueras de la escuela. Técnicamente, tenía la posibilidad de vivir en una de las viviendas adosadas de la escuela, solo que me pasaba el día en la escuela, y sentía que si también vivía cerca de ella, en ningún momento descansaría. Solo podría pensar en el próximo día, en que al pasar un paso de peatones, volvería a sumergirme en la rutina diaria de siempre; ensayar, ensayar, y más ensayar.

En cambio, en esta casa, que se la tenía alquilada a una pareja de ancianos de lo más amables, podía tener cierta independencia y mi lugar para pensar. Además, en los apartamentos de la escuela no permitían animales, y yo no me veía capaz de vivir sin mi mejor amigo que me acompañaba allá a donde fuese. A veces se lo quedaban mis padres, cuando iba a hacer una ruta larga por la montaña y Scar estaba demasiado cansado para ello o también cuando les tocaba a Sigh o a Xander organizar alguna escapada, e íbamos solo nosotros tres.

También solía visitarme Xena —mi hermana— y muchos fines de semana se quedaba a dormir en mi casa. Ella y yo siempre nos habíamos llevado bien, excluyendo las peleas comunes entre hermanos que habíamos tenido de pequeños. Aunque por lo general, siempre había sido la persona que mejor me entendía y mejor me aconsejaba también.

Cerré la valla de la entrada de mi casa, y me dispuse a correr con Scar por delante. Este ya tirando de mí y exigiendo una mayor velocidad a pesar de que aún estuviésemos recorriendo las calles de la ciudad. Ni siquiera habíamos llegado a la montaña que daba a un precioso mirador en el que nos parábamos para ver el amanecer y poco después dar media vuelta y volver.

Eléctricos suspirosHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin