La vida de Sky Lerman se ha basado en tener una tragedia tras otra, algo sin fin como intentar contar todas las estrellas.
Sky nunca esperó que después de huir de casa su vida diera un giro drástico. Justo ahora no sabe cómo terminó viviendo en la...
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"Encontramos el amor en un lugar sin esperanza"
Decía la canción de fondo, yo estaba sumergido en el mercurio total de sus iris. Captaba ese brillo que por tanto tiempo deseé ver.
No tienes idea de cuánto te alegra ser mirado de esa forma, con anhelo, felicidad, amor. Como si fueras la cura a todos sus males, como si ahora su gravedad fueras tú.
Lo sabía, por que así la percibía yo.
Eso era para mí, y deseaba ser eso para ella. Lo deseaba por que sabía que ella había estado navegando sola como yo, por que cada sentimiento que vivió también lo viví yo. Encontré a la persona con la cual podía gritar un poco de mis demonios, la entendía y ella a mí.
Elevo su barbilla haciendo que me mire mejor y mi rostro se acerca a ella llevando mis labios hacía los suyos con duda, casi creyendo que es imposible la suerte de ser correspondido. No ver ninguna duda en ella me hace flotar.
Mis incertidumbres se van, termino de acercarme y mi boca choca con la suya.
Nos volvemos presas de un beso electrizante, siento sus suaves y delgados labios sobre los míos. Es como dicen: estás tocando cielos. Mi corazón se acelera e influye en como siento un frenesí y subo mi mano a su nuca, nuestras bocas se amoldan y hacen un compás casi cósmico. Fué tal el momento donde la besé por primera vez.
— Jasper —Me llama por mi nombre una vez que nos separamos.
Necesitamos asumir que esto es real.
— Sky —digo con cariño y la voz pidiendo a gritos algo de oxígeno.
Podría decir que es un gran error de su parte el mostrarme aceptación, por que ya no quería soltarla. A menos que soltarla significara salvarla, por suerte no es así en este caso.
Mis labios otra vez la besan a pedido de mi mente, es un beso más corto y lento esta vez. Me responde con una delicadeza que no hace otra cosa que aumentar mis sentimientos.
No sabía cuando la necesitaba en mi vida hasta que sentí su toque.
Nos separamos cada ciertos segundos y volvemos a besarnos. Las mejores pausas de mi vida.
— Perdón, no siento lo mismo —dice casi seria, burlándose de mis palabras y mi estúpida teoría del rechazo.
— Tus ojos me lo han dicho todo, Julieta —respondo riéndome.
Estamos a centímetros, como dos confidentes. De repente una duda surge: ¿ahora qué?
¿Qué sigue después de sentir la felicidad? Pensar que es así de fácil de tenerla es difícil. Elijo ignorar esa duda y disfrutar del momento.
