Capítulo 1

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Alguna vez hemos mirado al cielo

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Alguna vez hemos mirado al cielo. Muchos por razones distintas: sol resplandeciente, atardecer o amanecer nostálgico. ¿Un amor? Talvez un cielo nocturno, lleno de estrellas. En mi caso por respuestas.

También hemos estado en el limbo de los sentimientos. Estás delirando de felicidad, o la tristeza te ha consumido al punto de no hallar sentido a nada.

En muchos casos, yo siempre estoy en el lado malo. Una vida llena de dudas y desgracias.

Una de todas ellas: ¿Por que perdí a mis padres?

El día que perdí a papá miré hacía el cielo, estaba cubierto por nubes grises; de algún modo presentía que gran parte de mi vida sería así.

Mi predicción se cumplió unos años después, cuando descubrí a mi madre consumiendo drogas.

Ese día, salí al patio y no pude más que sentarme y abrazarme a mi misma, alejando sentimental y de manera física a la calidez.
Miré hacía el cielo buscando respuestas, y solo pude ver la nieve caer sobre mi.

Me sentí estúpida, y me siento así la mayor parte de mis días.

Hay personas que nacen en la felicidad o en la miseria, y están así toda su vida. Para otros, su suerte cambia.

No se en cuál situación estoy, pues recuerdo que desde pequeña las cosas solían faltar en mi casa. Papá era ese pilar para mamá y para mi, nos alegraba con poco.

Aunque veía la infelicidad en su rostro cuando mamá le decía que no había para comer, o yo, en mi inocencia, le pedía como regalo la muñeca que tenían mis compañeras.

Mamá en sus viajes por las porquerías que consume, me contó que él la sacó de un hogar llenó de maltrato. Apenas tenía dieciséis años cuando yo llegué al mundo, y papá con dieciocho no la abandonó.

A veces creo que ella se embarazó a propósito, a veces guardo rencor a ambos por no pensar mejor. No es que odie haber nacido, pero no era una buena base para traer a otro ser humano a sufrir.

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