Sabado 2 de Mayo, 2015.

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Querido diario:

Esta es una entrada seria, así que si no quieres leer mis problemas familiares, puedes ahorrarte tu tiempo y cerrar esta entrada. Gracias.

No sé si ya lo adivinaste o no, pero mi familia es disfuncional. Disfuncional del tipo "Mi padre es alcohólico y toma cada día después del trabajo." Disfuncional del tipo "Tengo que cerrar la puerta de mi recamara con seguro todas las noches y atrancar una silla contra la perilla de la puerta para que nadie entre." Disfuncional del tipo "Hay una pelea cada semana." Disfuncional del tipo "Mi padre solía golpear a mi madre, y a veces a mi también."

Tampoco sé si les había dicho, pero la razón principal por la que quiero tomar clases de defensa personal es para defenderme de mi padre. Y de paso, de todos los hombres malos del mundo.

A veces me pregunto si tendré que vivir la vida que mi madre está viviendo. Dicen que las mujeres suelen buscar un hombre parecido a su padre y que el infierno me maldiga si eso pasa conmigo. No quiero ser como mi madre, teniendo que soportar los golpes de un hombre borracho, los celos y las calumnias. Quiero que mi vida sea difrrnte en mi matrimonio, pero al mismo tiempo tengo miedo.

Inconscientemente creo que esa es una de las razones por las que me aterrorizan las relaciones.

Ayer no sé ni por qué empezó la pelea, ya que estaba en mi habitación escribiendo. El caso es que mi padre comenzó a maldecir y a quebrar cosas. Ni siquiera salí a ver que ocurría, hasta en la noche, como eso de las nueve, y toda la casa olía a alcohol.

Sólo me lavé los dientes, fui al baño y regresé corriendo a mi cuarto, cerrando la puerta con seguro y hasta atorando una silla por si mi padre trataba de entrar. Cada vez que escuchaba un ruido me encogía en mi cama y cerraba los ojos con fuerza, rogando para que mi padre no comenzará a pelear.

Odio tener miedo.

Odio tener que vivir en este infierno y fingir que estoy bien todo el tiempo.

Odio tener que poner una maldita sonrisa en mi cara cuando por dentro me estoy rompiendo en añicos, gritando que alguien se dé cuenta de que nada está bien y que me ayuden.

Sobre todo, odio que los planes que tengo no vayan a resultar tan bien como lo espero. Quiero irme de la casa en un año más, vivir en la universidad, tener un trabajo y hacer todo lo posible por nunca regresar a mi casa.

No es por mi madre. Quiero a mi madre y a mis hermanos.

Pero no puedo vivir con el monstruo de mi padre.

Cada vez que una discusión ocurre siento que mi escala de resentimiento hacia él está creciendo. No quiero odiarlo, joder, se supone que es mi padre, pero  estaba tan cerca en ponerlo en mi lista de personas más odiadas. Él mismo está haciéndose cargo de sembrar todo este corage y rencor en mi corazón, y no puedo hacer nada mas que llenarme de oscuridad y odio.

Lo odio. A pesar de que no lo quiero admitir.

Desde que tenia cinco años recuerdo todas las peleas en mi familia. Trato de fingir que ya no me importan, pero demonios, me importan. Es mi puta familia de mierda, por supuesto que me importa. Y eso me hace querer gritar con furia.

Detesto que no puedo cambiar mi familia. Pero puedo cambiar quien soy, y espero jamás convertirme en el reflejo de ellos. Espero jamás tener que vivir esto en mi matrimonio, y espero que jamás le toque esta vida a mis hijos en un futuro.

No le deseo mi vida a nadie.

Espero que todos tegan una mejor vida de la que he tenido yo, y si no es así, por favor traten de ser una mejor persona cada día, en vez de quedarse estancados en miseria.

Gracias.

Diario de una Adolescente.Where stories live. Discover now