5. Cómo pólvora

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La noticia de la pelea entre el invencible Mikey y uno de los vicecapitanes, como era de esperarse, llegó a oídos de los integrantes de la pandilla y de algunos entrometidos. No faltó quienes vieron esto como un simple berrinche del Sano, mientras que algunos otros lo pensaron como el inicio del fin de la Tokyo Manji.

¿A dónde había ido la unión y amistad que presumían tener?

Claro que esto a Manjiro no le pudo importar menos que sus tareas, palabras más, palabras menos. No es como si no estuviera acostumbrado a pelear. Él era el invencible Mikey, y todavía no nacía la persona que le hiciera temer o que pudiera vencerlo.

Además, si había algo que valiera su atención era tener la información que el amigo de Takemichi había reunido del Satō, cualquier otra cosa venía sobrando.

Porque Manjiro Sano no sólo era conocido por su fortaleza, sino también por su gran impaciencia.

Es por eso que el viernes a primera hora ya tenía acorralado a Yamagishi en una de las aulas. Porque ¿paciencia? ¿Qué clase es y porque no le interesa?

Yamagishi hizo todo lo humanamente posible por conseguir esa información en menos de dos días. ¿Qué cómo lo hizo? Bueno, digamos que no hay nada más motivante que evitar morir en manos del pandillero más peligroso de Tokio.

—¿Qué conseguiste? —Interrogó directo, Mikey, porque ¿dar los buenos días? Ni que estuviera en clases.

Manjiro miró confundido las hojas que el chico de lentes sacó apresuradamente de su mochila, y no, no es porque estuvieran llenas de letras o información clasificada, sino que estaban en blanco. ¿Acaso estaba jugando con él?

—¿Qué estás haciendo? —Cuestionó impaciente Mikey, haciendo crujir los huesos de su mano.

Yamagishi sintió un escalofrío recorrerlo.

—Es para dar una imagen profesional.

La respuesta, aunque simple y tonta, logró convencer a Mikey. Conocía a los amigos de Takemichi y no podía esperar menos torpeza que esa.

A Yamagishi los pensamientos del Sano sobre él tampoco le importaron. Quería dar emoción porque si debía ser investigador iba a ser el mejor. ¡Claro que sí!

El castaño carraspeó y mostró una mueca sería.

—Mamoru Satō nació un 22 de agosto, su signo zodiacal es leo, su signo en el calendario chino es el caballo. Su tipo de sangre es AB. Su color favorito es el borgoña, odia los días lluviosos y no le gustan los peces —relató como si de un narrador de noticias se tratara, pasando una hoja tras hoja—. Practica artes marciales desde niño, y es raro, pero no encontré información de antes de que se mudará o de sus padres, ha vivido solo desde hace años. —Kazushi rascó su nuca, confundido, ante la mirada perpleja de Mikey.

El castaño no era ningún novato investigando, pero extrañamente no había encontrado el pasado de Mamoru, era como si no hubiera registro de él, aunque eso era imposible, ¿verdad?

—No tiene comida favorita, pero odia los dulces, aunque siempre come los que Takemichi prepara en su taller de cocina.

¡Error! Para Mikey las palabras del chico de lentes era un error.

Sí, Takemichi iba a clases de cocina, pero porque quería hacerlo feliz él, no a un desteñido que apareció de la nada. El mismo Takemichi lo había confesado alguna vez.

—De lunes a viernes recoge a Takemichi y lo lleva a su casa, con excepción de los viernes, que es cuando Takemichi tiene sus clases de cocina —continuó relatando, sin darse cuenta del tic en el ojo derecho del rubio.

Si no me recuerdas te muerdo ~Maitake♡~Where stories live. Discover now