22. Sin marcha atrás

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Cuando la visita inesperada de Hajime Kokonoi irrumpió en lo que Mikey creía serían sus últimos y aburridos minutos de clases del día, no pudo evitar creer que su día no podía ser más extraño, o al menos así fue hasta que lo escuchó pronunciar lo que menos esperaba oír:

—Manjiro, necesitamos hablar. —Bastaba ver la expresión fría y la voz firme de Koko para saber que no aceptaría un no por respuesta.

Si bien, esto sorprendió al Sano, aceptó y lo siguió sin rechistar, decidiendo ignorar las miradas curiosas de quienes los miraban pasar. No es como que debieran interesarse, ¿o si?

No sabía que quería o la razón por la que lo buscaba, y a decir verdad tampoco le interesaba. Su plan de convertirse en aliados y detener a los impostores se había ido al diablo cuando descubrió que el azabache no recordaba que era él y no su supuesto hermano, el que siempre estaba con Inui. ¿De qué le serviría su ayuda si terminaría estorbándole?

Porque si algo aprendió Mikey de su única conversación con Koko fue que no quería terminar como él.

Hajime Kokonoi era alguien, silencioso, reservado y con una personalidad totalmente opuesta a la de Manjiro, por lo que no fue sorpresa para ninguno de los dos que el trayecto, al lugar que fuera que lo llevará el azabache, fuera silencioso e incómodo, aunque interesante ante los ojos curiosos.

Un suspiro pesado escapó del Sano cuando los pasos del Hajime se detuvieron antes de entrar a una de las aulas vacías de la escuela.

—¿De qué quieres hablar? —Urgió con desinterés, Manjiro, lanzando un bostezo al aire.

La verdad no le agradaba y tampoco quería perder el tiempo ahí y desaprovechar su oportunidad de estar con Takemichi, y mucho menos cuando había ideado el plan “perfecto” para quedarse esa noche en casa de Takemichi, y —muy seguramente— acorralarlo tratando de revivir alguno de sus momentos.

Para fastidio del rubio, no hubo respuesta del azabache.

Mikey se cruzó de brazos con impaciencia. ¿Acaso lo estaba haciendo perder el tiempo? Eso sí que no lo permitiría.

—Si no vas a decir nada entonces…

Calló al notar la mueca consternada del azabache cuando levantó la mirada para encararlo.

—Inupi va a marcharse —susurró en un hilo de voz.

—¿Qué dijiste?

—Inupi. Cuando nos graduemos Hide y él van a irse al extranjero —explicó con la voz rota—. Se lo llevará lejos.

Mikey prestó atención en las facciones del azabache, y fue en ese momento que pudo notar las evidentes ojeras que enmarcaban los ojos del chico, en una expresión decaída y triste. ¿Acaso él…?

—¿Koko, tú recuerdas todo? —Preguntó sin poder evitarlo.

—Es gracioso que preguntes algo como eso, Mikey. ¿Qué es lo que se supone que debería recordar? —Interrogó con burla, luchando contra el nudo que se formaba en su garganta y le hacía difícil respirar—. ¿Qué nunca tuve un hermano o que quien estaba con Inupi siempre fui yo?

La desesperación con la que Koko se expresaba fue un sentimiento familiar para Manjiro, veía en el azabache un reflejo de sí mismo. Pero, ¿qué podía decirle o hacer para ayudarlo? Si no era bueno cuando se trataba de expresar ni sus propios sentimientos.

—Hasta hace un par de días pensé que toda mi vida era normal, pero desde que hablamos por última vez mi cabeza no ha dejado de dar vueltas en lo mismo —confesó con frustración, Kokonoi—. Y ahora no estoy seguro de nada.

Si no me recuerdas te muerdo ~Maitake♡~Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ