20. Enfrentamiento

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—¡Veamos una película juntos!

El entusiasmo en las palabras de Takemichi acompañado de la sonrisa cálida que se enmarcaba en su rostro, fue razón suficiente para que los dos rubios que estaban a su lado asistieran sin dudarlo. ¿Cómo decirle que no a unos ojos tan bonitos?

—Lo que quieras, Takemicchi —respondieron al unísono Mikey y Mamoru, sólo para después mirarse con desagrado.

—¡Gracias, chicos!

El ojiazul ignoró la molestia de los rubios y se apresuró a encender el televisor para buscar una película que ver.

¿Y cómo habían llegado a esa situación? Sencillo, Mikey aprovechó la preocupación de Takemichi para pegarse a él, con la excusa de no querer estar solo. El Hanagaki no se lo pensó dos veces e invitó al Sano a su casa, dispuesto hacerle compañía y cuidar de él.

Pero la excusa de Mikey fue tan buena que hasta el desteñido del Satō se sumó al plan —como era de esperarse—, pues “también quería verlo bien”.

Tanto Mikey como Mamoru tenían el mismo objetivo. ¡Al carajo el disimulo! No le dejarían el camino fácil al otro para estar más tiempo con el Hanagaki.

Ambos querían ser tener el amor de Takemichi, aunque sólo uno de ellos llevaba la ventaja.

—¡Ya está listo! Mientras inicia iré por palomitas —anunció Takemichi y se puso de pie.

—¿Quieres que te ayude? —Le siguió el Sano, no estando dispuesto a perder la oportunidad de estar a solas con él.

—No te preocupes, Mikey-kun. —El cálido toque de las manos de Takemichi sobre su pecho detuvo al rubio—. Eres mi invitado, déjame cuidar bien de ti.

El tinte de dulzura impregnado en su voz y la ternura en la expresión del ojiazul hicieron que, sin darse cuenta, Mikey tomara las manos de Takemichi entre las suyas, a lo que el teñido no opuso resistencia.

Era un toque simple, pero que bastaba para hacerlo querer un poco más.

—Las manos de Takemicchi son cálidas —jugueteó con voz ronca, Mikey, al sentir el toque sobre su frente y mejillas

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—Las manos de Takemicchi son cálidas —jugueteó con voz ronca, Mikey, al sentir el toque sobre su frente y mejillas.

Takemichi no pudo más que sonreír sin evitar preguntarse como es qué aún enfermo, Mikey podía continuar siendo encantador.

—Aún tienes fiebre, Mikey-kun. —Dio un largo suspiro—. Hablaré con Emma y le pediré un par de toallas húmedas para bajar tu temperatura.

—Enfermarás si te quedas conmigo, Takemicchi.

Mikey no quería que la impresión de fuerza que tenía el ojiazul de él cambiara por culpa de un maldito resfriado que no lo dejaba levantarse de la cama, pero tampoco quería que se fuera.

—Yo estaré bien, Mikey-kun. Aunque no lo parezca, soy muy fuerte.

Tal vez fue la seguridad que le daba su sonrisa o la fiebre que comenzaba a joder sus pensamientos, pero tener a Takemichi entre sus brazos se volvió una necesidad.

Si no me recuerdas te muerdo ~Maitake♡~Where stories live. Discover now