6. Pesadilla

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Se dice que el ser humano tiene dos respuestas instintivas ante el peligro; la primera es huir y ponerse a salvo, o la segunda, que es pelear hasta el final. Aunque claro, sobrevivir no es una garantía y lo más seguro siempre es tomar la primera opción.

Sin embargo, la palabra "huir" no era parte del vocabulario de Takemichi Hanagaki. Él era un fiel creyente de que en los momentos difíciles la fuerza interior siempre salía a flote. Con la voluntad de seguir adelante, la fuerza llegaría sola.

Pero a veces ni toda la voluntad o fe era suficiente, tal como ocurriría con Takemichi en ese momento.

El cuerpo de Takemichi era brutalmente golpeado sin darle tiempo de respirar y menos de recuperarse. Tristemente, se había convertido en un costal de boxeo.

Los puños de Kiyomasa impactaban contra su magullado cuerpo, pero de tantos golpes ya no sentía dolor, lo único que podía sentir era la sangre tibia que corría de la comisura de sus labios, de su nariz y de su frente.

Takemichi sabía que su cuerpo no era musculoso como el de Draken, ni tenía la fuerza de Baji, o la inteligencia de Mitsuya. Sin embargo, tenían algo que ningún otro, y eso era el valor y la fortaleza para continuar peleando.

Porque por más que lo llamarán tonto o débil, él nunca escaparía.

Es así que Takemichi tomó valor, apretó sus puños y atacó a Kiyomasa. Lo haría con honor hasta el final.

Sería un jodido dolor en el trasero para el miserable de Kiyomasa. Haría que lo recordara hasta el último día de su vida, bueno, quizá no tanto así, pero de qué lo recordaría, lo recordaría.

—Deberías saber cuándo rendirte, basura. —sonrió con burla el azabache.

—No perderé. —Takemichi luchó por zafarse—. Ante una basura como tú.

La mejilla de Kiyomasa ardió tras el puño limpio que Takemichi le plantó en el rostro.

Era tanta su sorpresa como rabia. ¿Desde cuándo quedaba en ridículo contra un cobarde?

Sabía que debía acabar pronto con el ojiazul, pues no tardaría mucho Manjiro en aparecer y, seguramente, querer darle su merecido.

Y si, quizá él no era tan fuerte como el Sano, pero tampoco era estúpido. No lo dejaría llegar a él, para eso estaban sus compañeros. Ellos detendrían a Mikey mientras él acababa con el Hanagaki.

Era el plan perfecto.

Seguro de su plan, Kiyomasa apretó el cuello de Takemichi con ambas manos. ¿Planeaba matarlo? No, bueno, si sucedía no se podía evitar.

—Deja de moverte —se quejó el azabache ante la resistencia del rubio—. No hay nada de divertido en estrangular a una rata persistente.

Takemichi soltó golpes al aire, intentando liberarse, mas todo fue inútil.

Poco a poco el aire comenzaba a faltarle, sabía que podría perder la consciencia en cualquier momento. ¿Acaso habría una salida?

—¡Takemicchi!

El rubio teñido escuchó el grito llamarle con preocupación, una emoción que hizo latir con fuerza su corazón.

Alzó la mirada, pero sus ojos lagrimeaban por la falta de oxígeno, provocando que su visión fuera borrosa.

—¡Quítense de mi camino! —Clamó con desespero—. ¡Takemicchi!

Algo en el pecho de Takemichi le hizo sentir ansioso, porque aunque no lograba reconocer al dueño de aquella voz, había algo que lograba darle motivación para seguir peleando.

Si no me recuerdas te muerdo ~Maitake♡~Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz