10. ¡No te metas!

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Palabras, eso era lo único que Mikey podía escuchar de todo el apasionado diálogo que Draken daba a sus compañeros y amigos de la pandilla.

Después del ataque sorpresa en el que se habían visto envueltos algunos miembros de la Toman, lo que menos deseaba era que sus amigos terminaran lastimados cómo había sido del Kawata menor, quien resultó con más de un par de golpes en el rostro, o del mismo Takemichi que había sido usado como costal de boxeo. Aunque claro que también hubo excepciones, como por ejemplo Mikey quien fue capaz de derribar a más de la mitad de cobardes que lo atacaron, o el mismísimo Kazutora, quién ya era temido por haberle re-diseñado la sonrisa a un pobre infeliz al que le dejó un solo diente.

Draken tenía la capacidad de alentar a sus amigos y compañeros, no por nada era la figura de más autoridad de la Toman. Aunque claro, esto entraba por un oído y salía por el otro de Manjiro; él tenía sus propias preocupaciones.

No lo malentiendan, no es que no le importara, pero en ese momento tenía preocupaciones más grandes que pensar en una futura pelea, porque si tenía que tener un duelo quería que fuera contra el desteñido del Satō. Con mucho gusto le rompería la cara. Además, si cualquier otro quisiera meterse con él, ya tenía un pie dentro del hospital o en el otro mundo, todo dependería de su suerte.

Después del amargo encuentro entre Mikey y Mamoru de esa mañana, cuando logró borrar la memoria de Emma, el Sano tuvo claro cuál sería su siguiente paso en la lista para deshacerse del Satō y recuperar su vida normal, y ese era ganarse la amistad de Takemichi. ¿Qué si como lo iba a hacer? Simple, tendría que acercarse a él aún con el desteñido de por medio.

No tenía que ser muy listo para saber que acercarse al ojiazul no sería fácil. No podía confiarse de que Takemichi lo recordara, tenía que —en palabras de Emma— "recuperarlo de nuevo". Sin embargo, ese no era el mayor de sus problemas, sino que debía tener un mayor cuidado al estar cerca de Mamoru, porque si le borró los recuerdos a Emma en un par de segundos no quería imaginar que más podría hacer. No podía tomar el riesgo de también perder sus recuerdos porque entonces todo estaría perdido.

Desafiar a Mamoru era como intentar atrapar una serpiente sin que esta le mordiera.

Por supuesto que Mikey no soportaba la idea de convivir con el Satō, cada día le desagradaba más y no temía ocultarlo, pero si quería infiltrarse y acercarse a Takemichi debía ceder y "bajar" la guardia para que el ojiverde no lo viera como una amenaza.

Pequeños sacrificios por grandes recompensas.

Ya cuando recuperara a Takemichi y los recuerdos de todos, le daría una patada en el trasero al Satō tan fuerte que hasta sus ancestros la sentirían o dejaba de llamarse Manjiro Sano.

—Mientras nos mantengamos unidos, ¡la Toman será invencible!

Los aplausos y gritos de sus amigos, trajeron a Mikey de nuevo a la realidad y a la reunión que estaba teniendo en ese momento en el templo Musashi.

Tal como era de esperarse, Draken había logrado subir los ánimos de sus compañeros, y era su turno como líder y fundador de la pandilla, ser quien los guiara y animara. Las miradas expectantes de sus compañeros y amigos lo pedían; querían al invencible Mikey.

—Más que mis amigos, ustedes son mi familia y no dejaré que los lastimen —aseguró Mikey, con voz firme, y dio una rápida mirada sólo para darse cuenta de que todos tenían sus ojos puestos en él, incluido Takemichi y (para su desgracia) también Mamoru.—. Sé que esta vez nos tomaron por sorpresa, pero no volverá a pasar. Lograremos vencer a cualquiera que quiera hacernos daño.

Mikey infló su pecho orgulloso. Sabía que sus palabras habían surtido el efecto que deseaba. Bastaba ver las expresiones llenas de admiración de sus amigos para saber que lo había conseguido. Así que, ¿por qué no aprovechar el momento?

Si no me recuerdas te muerdo ~Maitake♡~Where stories live. Discover now