9. Fin de la partida

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Nuevo día, nuevo comienzo y ¿por qué no? Una nueva oportunidad para mandar al Satō al diablo y recuperar a su querido Takemichi.

Mikey estaba ansioso, y como pocas veces, tanto así que se levantó temprano, aunque esto poco le sirvió, porque si hubiera sabido que tendría que esperar a que Emma terminara de arreglarse se hubiera quedado en cama un poco más.

Pero tampoco iba a reclamar nada, se sentía aliviado de que alguien recordara la verdad y estuviera dispuesto a ayudarle, y no había nadie mejor que su hermana Emma para eso. Era la mejor cómplice que alguien pudiera pedir. Mamoru Satō no sabía con quién se metía.

—¡Mikey, tengo una sorpresa para ti!

El rubio dió un brinquito de sorpresa cuando Emma apareció de la nada. ¿Nervioso? Más que cuando tenía examen.

La sonriente chica pasó por alto la acción de su hermano —ya tendría más tiempo para burlarse— y le mostró una cajita con un moño verde.

—¡Quiero verlo! —Los ojos de Mikey brillaron como si de un niño se tratara, pero su intento por tomar el regalo de Emma fracasó cuando esta le pegó en la mano.

—¡Es sorpresa, Mikey! —Le reprendió y puso sus manos a ambos lados de su cadera—. Te lo daré, pero deberás abrirla cuando lo logremos.

Los labios de Mikey se abultaron en un puchero. ¿Para qué se lo mostraba si no iba a dárselo? Para ser su hermana era muy desconsiderada, sobre todo si sabía que él era un curioso por naturaleza.

—¿Y por qué no ahora?

Emma sonrió emocionada, luchando por no soltar un gritito de alegría, mientras metía el regalo en el bolsillo de su hermano. Era el regalo más perfecto que podía darle.

—Porque eso arruinaría la sorpresa. Ahora vámonos, se hace tarde.

Le guiñó un ojo, y antes de que Mikey se quejara de nuevo, Emma lo tomó de la mano y lo jaló. Esa mañana no había tiempo para quejas.
El primer paso de la misión "recuperar al gato de ojos azules" había comenzado.

El día parecía ser mejor de lo que Mikey esperaba, pues a pesar de la demora de su hermana, habían logrado llegar minutos antes de que sonara el timbre

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El día parecía ser mejor de lo que Mikey esperaba, pues a pesar de la demora de su hermana, habían logrado llegar minutos antes de que sonara el timbre. ¿Cómo? Suerte, pero no de él, sino de Emma. Mikey por sí mismo era un imán para los desastres.

—Comencemos, Mikey, tal como lo hablamos. —Lo detuvo a unos metros de la entrada—. Busquemos a Takemichi por separado y nos vemos aquí en unos minutos.

La idea, claro que no le encantó a Manjiro, no porque fuera mala idea o porque no confiara en las habilidades de su hermana, sino que había un detalle que estaban olvidando. ¿Y si por casualidad Emma se encontraba con Mamoru? Ni pensarlo, no la arriesgaría.

—¡Tú no te muevas de aquí! —Exigió el rubio—. Yo lo buscaré.

Emma alzó ambas cejas.

—Pero Mikey...

Si no me recuerdas te muerdo ~Maitake♡~Where stories live. Discover now