23. El impostor

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¿Qué es el miedo? La forma más sencillo de explicarlo sería decir que se trata de la respuesta humana a la inminente sensación de peligro.

Y eso era lo que Mikey sintió en ese momento.

Los ojos de Mamoru, brillantes y amenazantes, lo observaban fijamente, como analizando su próximo movimiento, y la sonrisa socarrona casi tenebrosa que se asomaba en sus labios le revolvía el estómago y lo ponía a la defensiva.

Los latidos del corazón de Manjiro tan fuertes que incluso jurar que podía escucharlos, aunque el silencio a su alrededor tampoco ayudaba a tranquilizarlo. De un momento a otro parecía que todo mundo había desaparecido y sólo quedaban ellos dos.

Demasiado conveniente.

Sin embargo, ni la sensación de peligro que erizaba su piel o la vocecilla en su cabeza que por instinto le exigía huir fue suficiente para que Manjiro diera un paso atrás, porque si Mamoru pensaba que por miedo le dejaría el camino fácil, estaba muy equivocado.

Tal como lo decía Draken, Mikey podía ser un verdadero dolor en el trasero.

—¿Qué pasa, Mikey? ¿Te han comida la lengua los ratones? —Soltó divertido el Satō—. Hace instantes parecías muy dispuesto a querer volarme la cabeza.

—Y aún lo pienso hacer —clamó con determinación. ¿Huir después de llegar tan lejos? Ni que estuviera loco—. Pero primero quiero que confieses. ¿Qué fue lo que le hiciste a Takemichi?

La risa del Satō tenía el efecto de irritar con gran facilidad a Mikey, por lo que escucharla en ese momento resultó mil veces más insoportable. ¿Acaso se estaba burlando de él?

—¿Qué no es obvio? Hice lo que tú no podías hacer, Manjiro —respondió con simpleza y alzó los hombros—. Cumplí su deseo y lo hago feliz.

La respuesta, claro que no fue suficiente para explicar todas las dudas de Manjiro, muy por el contrario su cabeza daba mil vueltas tratando de entender las palabras del desteñido.

Un maldito lunático con superpoderes, eso debía ser.

—¿Hacerlo feliz? No digas estupideces. Takemicchi no puede ser feliz con una mentira. —El tono severo de Mikey y su expresión molesta tomó por sorpresa al Satō. O era demasiado valiente para enfrentarlo o un completo tonto—. Si supiera la verdad y tuviera todos sus recuerdos, él ni siquiera voltearía a verte. Takemicchi te quiere, pero porque eres una copia de mí.

Cuando la sonrisa desapareció del desagradable rostro de Mamoru, un agradable sentimiento de triunfo hizo sentir más seguridad al Sano.

Por fin había logrado borrarle la horrible y arrogante sonrisa de la cara.

—¿Una copia dices? La satisfacción humana ante detalles tan banales es lo que les hace ser tan fáciles de reemplazar —soltó con indiferencia, Mamoru—. ¿Te hace sentir mejor pensar que eres único? Entonces continúa viviendo en tu ilusión porque no importa lo que hagas o lo que intentes. Vas a perderlo y no hay nada que puedas hacer. 

—¡No voy a permitir que le toques ni un pelo!

—Te aseguro que haré más que eso. —Sonrió con arrogancia. Mikey sintió su interior arder de rabia—. Y una vez que Takemicchi sea mío por completo. —Señaló su pecho—. Tú dejarás de ser una amenaza.

—No voy a permitirlo. —El cuerpo del Sano se movió por si solo y atacó al más alto.

¡Había tenido suficiente! Se sentía asqueado de la actitud prepotente y las provocaciones del Satō.

¿Qué iba a tener a Takemichi por completo? Primero le iba a hacer escupir los dientes. No dejaría a un farsante como el Satō siquiera besar a su Takemichi y mucho menos propasarse y ser el primero en probar y tener su cuerpo.

Si no me recuerdas te muerdo ~Maitake♡~Where stories live. Discover now