28. Sólo extrañas el sol cuando empieza a nevar

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Si hubo algo que desde pequeño hiciera sentir orgulloso a Manjiro Sano era su fuerza nata. Propios y extraños sabían de ella, lo que le hacía ser admirado y respetado por sus amigos y envidiado por sus enemigos de pandillas.

Gracias a su fuerza y seguridad tenía el mundo al alcance de su mano y todo era posible, o al menos así había sido hasta ese momento.

De pronto aquella fuerza que lo enorgullecía pareció abandonarlo.

Apenas minutos atrás creyó que podía enmendar sus errores y cambiar y en un abrir y cerrar de ojos, Takemichi yacía inconsciente en los brazos del Satō.

¿Qué había sido del imponente e invencible Manjiro Sano que no dudaba ni temía? ¿Por qué, si parecía perder a la persona que amaba, no podía mover ni un músculo e ir en su ayuda?

¿Qué sería de él, o mejor dicho, de ellos, si no hacía nada?

Armándose de valor y luchando contra el instinto cobarde de quedarse quieto ante un inminente peligro, Mikey apretó sus puños y miró con furia a Mamoru. Estaba dispuesto a pelear si era necesario.

—¿Qué fue lo que le hiciste a Takemicchi?

La valentía y la amenazante aura que irradiaba Manjiro no pudo más que divertir a Mamoru.

—¿Yo? —Respondió con inocencia el Satō y depositó el cuerpo del teñido sobre el sillón con delicadeza—. Nunca haría algo que lastimara a Takemicchi. —Acarició con dulzura el cabello del Hanagaki—. Él no ha descansado bien últimamente, así que es natural que esté cansado y además tú no dejas de fastidiarlo.

El tono dulce y la manera delicada con la que Mamoru trataba al Hanagaki le provocó náuseas al Sano. ¿Cuánto más tenía que soportarlo?

A Takemichi lo miraba con una devoción que le enfermaba, mientras que a él parecía querer desaparecerlo de la faz de la tierra, que aunque desagradable era mutuo.

Manjiro sentía su sangre hervir de ver qué un falso y mentiroso como el Satō aprovechará cada momento para acercarse de más a su Takemicchi. Era simplemente imperdonable.

—¡Maldita sea! ¿Hasta cuándo vas a seguir esta mentira? —Escupió con molestia, Mikey, ya dispuesto a arrancarle los cabellos al Satō—. ¿Piensas seguir tomando mi lugar y mantener a Takemicchi engañado?

—¿Tomar tu lugar, dices? —La risa burlona provocó un tic en el ojo derecho del Sano—. Pero, ¿de qué hablas, Manjiro? No puedo tomar algo que no existe.

La respuesta, aunque simple, acabó con la paciencia del Sano, algo no demasiado difícil. Después de todo, el simple hecho que Mamoru respirara era suficiente para que Mikey tuviera un mal día.

—¿Por cuánto tiempo más vas a seguir engañando a Takemicchi? Él a quien ama es a mí, no a ti ni tu intento de ser mi copia —atacó Mikey—. Sólo eres un farsante que se aprovecha de lo que él siente por mí.

Para fastidio del Sano, Mamoru ni se inmutó ante sus palabras venenosas y mal intencionadas, muy por el contrario, Mamoru mostraba una mueca sonriente.

—Los sentimientos, por más fuertes que parezcan, también pueden cambiar, Manjiro —respondió con simpleza—. No olvides que hasta la piedra más dura se doblega ante el agua.

Mikey rodó los ojos.

—Deja los acertijos para después.

—Pobre y tonto Manjiro. Acepta tu nueva realidad y márchate. No me dirás qué ahora has cambiado de opinión y no quieres que Takemicchi se deshaga de sentimientos innecesarios.

—¿Sentimientos innecesarios? ¿De qué demonios hablas?

Instintivamente, Manjiro se puso a la defensiva cuando Mamoru se puso de pie, mirándolo con una mueca solemne que daba miedo.

Si no me recuerdas te muerdo ~Maitake♡~Where stories live. Discover now