Capítulo (10)

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NARRADOR OMNISCIENTE

Dos semanas habían pasado desde qué al castaño lo dieron de alta, al hacerlo él médico le dijo que su embarazo era de alto riesgo, por lo cuál tenía amenaza de aborto. Ese día Christopher, lloró durante casi todo la noche, a pesar de todo él se había encariñado con el bebé.

Zabdiel, no se despegaba ni un minuto de él, lo cuidaba cómo si en cualquier momento él castaño iría a desaparecer de su lado, le aterraba volver a sentir esa sensación de no tenerlo más a su lado. La mayor parte del tiempo, los hermanos Pimentel no salían de la casa de sus novios, sólo lo hacían para trabajar con su padre en la oficina, decidieron tomar la responsabilidad de adultos, sobretodo él rubio, sabía qué si iba a cuidar a ese bebé cómo si fuese suyo, ameritaba de mucho dinero.

—Ya Er, calmate. Vas hacer un agujero en el piso, ya van a llegar—

—Joey, dijo que llegarían a las dos, y ya han pasado veinte minutos con diez segundos desde esa hora, y no llega—exclamó él ojiverde, cruzándose de brazos.

Christopher, niega riendo mientras se sienta frente suyo. Ambos estaban esperando a los hermanos Pimentel para poder almorzar los cuatros juntos.

Se había vuelto una costumbre que los fines de semana pasarán la tarde en la casa de ellos.

—Un minuto más y.....— él timbre de la casa sonó callando abruptamente al menor.

Él castaño lo mira, alzando una ceja. ¿Qué demonios iba a decir?.

Se levanta para luego dirigirse a la puerta, la abre dejando mostrar a los Pimentel.

—Hola, bonito— Zabdiel, se acerca y lo alza un poco mientras besaba repetidamente su rostro.

Christopher, se sonrojo, escondió su rostro en el cuello de su novio. Él rubio, lo separó un poco para acariciar su mejilla lentamente.

—Te extrañé— susurró cerca de sus labios.

—Zabdi, nos vimos ayer en el trabajo—

—¿Y?, veinticuatro horas sin ti es mucho, además ¿tú no me extrañastes?— preguntó alzando una ceja.

Chriatopher, rié bajito para luego besar sus labios.

Joel, carraspea alto para interrumpirlos.

—Estamos aquí, por si no se acordaban—

—Lo siento— exclamó riendo él castaño.

Erick, miraba al rizado con sus brazos cruzados, estaba molesto.

—Hola, chiquito— saludó sonriendo.

—Hola— Joel, miró al ojiverde incrédulo.

—¿Estás molesto?— él menor asintió.

—¿Porqué, chiquito?, ¿qué pasó?— Erick, desvía su mirada.

—Llegaste veintitrés minutos con cuarenta segundos, después de la hora— Joel, aguantó las ganas de reírse.

Le pareció tierno, la manera tan exacta de decirle qué fue impuntual.

Chiquito (Joerick)Where stories live. Discover now