Capítulo (35)

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ZABDIEL

Suelto un suspiro, al notar que ya he terminado mi cuadro. Hoy cumplía tres semanas en el centro de rehabilitación. Jamás pensé que mi vida llegaría hasta este punto, estar en un lugar encerrado para poder salvar de ella.

Los días aquí, pasaban sin sentidos, mi única esperanza era saber que mis padres estaban tranquilos porque yo me estaba recuperando.

Cosa que es totalmente falsa, solo estoy recuperando mi estado físico, porque mi alma y ganas de vivir las perdí desde el momento que Christopher me alejó de su vida.

Christopher, marcó mi vida sin saberlo, mi necesidad y amor de tenerlo conmigo, es algo que no logro explicar. Saber que está esperando un bebé mío, un hijo que no merezco, solo hace querer que desaparezca.

Jamás podré ver a mi hijo a los ojos, sin sentir vergüenza. Él no merece tener que llevar mi sangre, nadie merece cargar alguien como yo.

Suspiro pesadamente agarrando el retrato que había hecho de la ecografía del bebé, junto a Christopher. Estando aquí, desarrollé ciertas habilidades por el arte. Cada vez que dibujaba, solo podía hacer algo que tuviera parecido a Christopher.

Desde que estoy aquí, no he sabido nada de él, excepto la vez que vino a traerme la ecografía. Mis padres, evitan darme cualquier tipo de información, según ellos para cuidar mi estabilidad emocional.

Si solo supieran, que ni siquiera eso tengo, sigo siendo y sintiéndome igual. Solo he aprendido a fingir estar bien, para que ellos no se preocupen.

El sonido de la puerta siendo abierta, hace que salga de mis pensamientos. Giro mi mirada, para encontrarme con la de mi hermano mirándome con la suya cristalizada. Antes de que pudiera reaccionar, siento su cuerpo sobre el mío abrazandome fuertemente.

Suspiro pesadamente, al sentir sus lágrimas resbalar por sus mejillas hasta llegar a mi suéter.

—Joel— niega, al sentir que lo quiero separar de mí.

Mi hermano, siempre fue una persona sensible que se disfrazo de alguien que no era por mi culpa. Yo insconcientemente lo arrastre a una vida que él nunca pidió estar.

—Ya cálmate, enano— lo logro separar, para luego limpiar sus lágrimas.

—M-me haces falta, Zab— susurra, sentándose a mi lado.

Vuelvo a suspirar, y asiento.

—¿Cómo está, Erick?— una pequeña sonrisa, asomarse por sus labios.

Me alegraba saber, que al menos él, si sería feliz con la persona que ama.

—Hay días en los que se pone algo insoportable, pero nada que no pueda sobrellevar—

—¿Y su salud?— suelta un suspiro, al escucharme.

Estaba consciente que la salud de Erick, siempre dependía de un hilo.

—Creó que bien, ya sabes. No sabemos que puede pasar, hasta el momento que nazca el bebé—

—Entiendo, no te preocupes, Erick es un chico fuerte— asiente lentamente.

Chiquito (Joerick)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora