Capítulo (30)

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NARRADOR OMNISCIENTE

Luego de que sus padres se fueran, el rizado subió a su habitación en la cuál se encontraba el ojiverde durmiendo. Con cautela se acuesta a su lado mirándolo con los ojos cristalizados, el temor y el ahogamiento que sintió en el momento de verlo cruzar la calle, no abandonaba su cuerpo.

El solo pensamiento de saber que pudo haber perdido a su rayito de vida, simplemente lo asfixiaba. Erick, era su vida, y si no estaba junto a él, nada tenía sentido.

Porque sin Erick, era mejor morir.

El sonido de la puerta principal siendo abierta, hace que se levante. Suelta un suspiro, para luego bajar las escaleras.

Al hacerlo, se encuentra con la presencia de sus padres. Antes de que pudiera articular una palabra, ambos lo tenían abrzado fuertemente.

—¿Mamá?—

—T-te amamos hijo, eres lo más importante junto a tu hermano—

—Y-yo también te amo, mamá— balcuceó, sintiendo sus ojos humedecerse.

Se separan, para luego limpiar sus lágrimas.

—Estamos orgullosos de ti, Joel. Realmente lo estamos—

—E-era un desastre papá, no pueden estar orgullosos de haber tenido
un hijo drogadicto— responde sabiendo a lo que se referían.

Habían descubierto la verdad.

Sentía culpa al saber que su hermano estaba pagando las consecuencias de sus vidas antiguas.

—Solo vemos a un chico luchador, que fue capaz de dejar toda su vida de vicios, por la persona que ama— él rizado, desvía su mirada con las mejillas sonrojadas.

Iba a responder, pero un grito proveniente del ojiverde logra hacer que se detenga.

Sin pensarlo, sale corriendo escaleras arribas con su corazón acelerado.

—¿Chiquito, que pasa?— pregunta, al verlo sentado sollozando.

Él menor, levanta su mirada y lo mira con un puchero en sus labios.

—M-me mucho la cabeza, Joey. Me voy a
morir— Joel, ríe bajito.

Niega, mientras se acerca lentamente.

—No te vas a morir, bebé. Es normal que te duela cabeza—

—No quiero que me duela la cabeza, no me gusta— exclama sollozando.

Él mayor, suspira antes de tomar su mano.

Besa su dorso, tratando de que se calmara. Sabía que ese tipo de cambios eran normales en su novio.

—Ya mi vida, cálmate y se te pasará—

—Joey... tengo hambre—

—Ya comiste, bebé. No puedes comer sino lo que te corresponde—él menor lo mira enojado.

Joel, suspira al notar su semblante.

Lidiar con Erick y sus cambios de humores, no era fácil. Sin embargo, estaba tan enamorado que no le importa aguantarlos.

Iba acariciar su mejilla, pero él menor voltea su rostro evitando que lo toque.

—Erick, no te pongas así, lo hago por tu
bien— exclamó seriamente.

Voltea su mirada nuevamente en dirección al rizado.

—T-tengo hambre— Joel, suspira rendido.

—¿Qué quieres comer?—

Chiquito (Joerick)Where stories live. Discover now