Capítulo (22)

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NARRADOR OMNISCIENTE

Al salir de su hogar, el castaño sentía como su cuerpo tenía un leve temblor. Las semanas que habían pasado, solo sirvió para que se diera de cuenta que no valía la pena dejarse llevar por las desgracias vividas. Debía afrontar su problema, no solo por él, sino por esa personita que crecía dentro suyo.

Esa misma persona, que en un futuro le pediría explicaciones por no saber de su otro padre, él sabía lo que era vivir sin uno, y definitivamente ese dolor no lo quería para su bebé

Merecía saber, de la existencia del rubio. Zabdiel, a pesar de todo, merecía estar involucrado en el crecimiento de su hijo.

Baja del taxi, soltando un suspiro se adentra a la empresa. Se dirige al ascensor para ir directamente a la oficina del rizado, donde se suponía que estaba el rubio.

Al bajar del el tropieza contra otro cuerpo.

—Chris—

—H-hola, señor Pimentel— él hombre mayor, lo mira con una mirada afligida.

—¿Cómo estás, hijo?, mi ni...— se detuvo en seco, al darse cuenta de lo que iba a decir.

—Estoy bien, ya sabe, lo normal. Y su nieto, también lo esta— Andrew, se le humedecen los ojos.

—Yo...—

—Está bien, es decir....— humedece sus labios, antes de volver hablar.

—Z-Zabdiel, es el padre y eso no lo puedo cambiar, usted tiene derecho de llamarlo nieto— y antes de que pudiese reaccionar, ya tenía el cuerpo del mayor sobre el suyo.

Christopher, suspira para luego relajarse. Sabía que ir a la empresa no iba hacer fácil mentalmente.

—G-gracias, estoy consciente de todo lo que esta pasando. Te admiro, porque estás dándonos la oportunidad de estar presente en el crecimiento del bebé, a pesar de las cosas—

—Usted y la señora Patricia, no tienen la culpa de nada— Andrew, asintió.

Se separó dándole una sonrisa débil.

Duraron un par de segundos, hasta que el mayor vuelve hablar.

—¿Ibas a ver a Joel?, ¿Erick, está bien?—

—De hecho, venía ver a Z-Zabdiel. Necesito hablar sobre el bebé con él, nuestro problema no puede involucrarlo—

—G-gracias, Chris. A mi hijo, le hará bien saber eso. Zabdiel.... Esta pasándola muy mal, no estoy justificando sus hechos, pero es mi hijo y me duele verlo de esa manera—

—Adiós, señor Pimentel— susurró, para luego seguir su camino.

Que le hablarán de lo mal que estaba él rubio, hacía que su corazón doliera sin poder evitarlo.

Tampoco entendía, porque le decían que estaba demasiado mal. Nisiquiera él, quién fue quién se llevó la peor parte.

Sintiendo sus manos sudar, se acerca la puerta de la oficina. Agradece que estaba semi abierta. Toma la perilla y termina de entrar.

Al hacerlo, siente sus piernas flaquear. La escena que sus ojos veían, hizo que entendiera porque decían que él rubio estaba muy mal.

Zabdiel, se encontraba en una esquina de la oficina, sentado en el suelo, con sus piernas hasta la altura de su pecho mientras se abrazaba a si mismo. De su rostro, descendían lágrimas sin cesar.

Su cuerpo, se sacudía levemente gracias a las vibraciones de los sollozos que emanaba.

—T-te ne-necesito— susurró, mientras llevaba sus manos hacía su cabeza y la apretaba suavemente.

Chiquito (Joerick)Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon