Desde que Margarita tenia uso de razón ha estado enamorada del sensual y muy atractivo entrenador de los especialista.
Saul Silva.
El nombre del hombre que esta tatuado en su corazón.
Y ahora que ya era momento de empezar a estudiar en alfea, seria...
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Stella ya no podía seguir resistiéndolo, habían pasado meses desde la última vez que escucharon gritar a Margarita, las clases eran horribles, todo era como una prisión militar y ella necesitaba a su amiga, usaría su magia de invisibilidad, aunque eso la pusiera en peligro, todo por querer verla, rescatarla, pedirle que volviera al grupo o simplemente asegurarse de que estuviera bien.
Desde que ya no se escuchan sus gritos, los días siguen iguales, monótonos, grises, sombríos, fríos y nublados, sin ruidos de animales, sin alegría en ningún lado y aunque fuera egoísta de su parte, necesitaba la alegría que solo Margarita podría traer en su vida, así que, en contra de todo pronóstico, logro burlar la seguridad y entrar en la bodega abandonada donde tenían cautiva a su amiga.
Stella se preparo mentalmente para miles de escenarios diferentes, pero como siempre, la realidad la golpeo con dureza, fue tan duro el golpe que su magia se desvaneció y se quedo de piedra al ver el estado de su amiga, su cabello, antes rubio brillante y que parecía emanar energía por su cuenta, ahora estaba opaco y sin luz, sus ojos, estaban apagados, su piel era pálido enfermo y su cuerpo se veía mas delegado debajo de esa enrome manta mientras temblaba en su catre.
Nunca la había visto tan destruida, ni al grado de ver como un poco más y estaba por caer en el abismo sin posibilidad de salir jamás, debió hacer alguna clase de ruido de sorpresa porque ella elevo la mirada y eso fue peor, ya que, a pesar de que no encontró una mirada muerta, lo que vio, le arrugo el corazón, pues era una mirada vacía, pero aun con una pequeña, casi inexistente chispa de alegría y esperanza.
—Stella—pronunció su nombre con el aliento de la esperanza en cada letra—¿Qué haces aquí?
—Vine a escondidas para verte, necesitaba hablar contigo, asegurarme de que estes bien, se que sabes que las cosas están mal, pero por favor, dile a Rosalind que estas de su lado, dale lo que quiere, pero por favor, deja de hacerte esto ¿No ves que no te hace ningún bien a ti o a Silva? —pregunta con un deje histérico mientras se aferraba a los barrotes frente a ella
—No, si lo hago perderé el respeto a mi misma, les dije que nunca iba a hacer eso, a parte, no sería de utilidad afuera
