Desde que Margarita tenia uso de razón ha estado enamorada del sensual y muy atractivo entrenador de los especialista.
Saul Silva.
El nombre del hombre que esta tatuado en su corazón.
Y ahora que ya era momento de empezar a estudiar en alfea, seria...
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Varios días, por no decir semanas, habían pasado desde que Margarita era el centro de atención no solo por lo que había hecho de liberar a las raspadoras y hacer que los brujos de sangre sean más poderosos, sino también porque fue ella quien trajo de vuelta a Andreas de Eraklyon, aún podía ella recordar aquel momento con plena nitidez.
Y a las 00:01 Andreas de Eraklyon abrió los ojos.
—¿Por qué lloras Magi? No creíste que te dejaría ¿o sí? Hadita
—¡Andreas! —exclama Margarita abrazando al hombre con fuerza, sin importarle que lo único que lo cubría de la total desnudez fuera una simple manta blanca, Andreas soltó una risa feliz mientras le correspondía el abrazo—¿Cómo fue? Estabas muerto—dice con lágrimas de alegría en sus ojos mientras se separaba del emotivo abrazo
—Fuiste tú, Margarita, te dije muchas veces que tu poder es más grande de lo que crees, eres capaz de traer a un hombre muerto a la vida, así como curabas a los animales que encontrabas en el bosque heridos cuando entrenábamos ¿recuerdas? —la chica asiente con la cabeza y Andreas la vuelve a rodear con sus brazos—Silva es un idiota y no te merece, así que deja de llorar por él—susurra acariciando sus finas hebras de oro
—No puedes olvidar un gran amor de la noche a la mañana...en especial cuando has pasado muchas cosas a su lado
—Aún así, no quiero ver que intentes regresar con él ¿quedo claro? Él fue quien termino contigo, así que no seas tú la que le suplique volver, no te denigres de esa forma, eres mejor que cualquier mujer de Alfea, de Solaría incluso y si él no ve lo que está perdiendo por temor a ser amado por una chica como tú, entonces es su problema no el tuyo
—Ya no quiero hablar de eso ahora, estoy feliz de que estes vivo, Sky debería venir, Bloom me contó que fue él quien...
—Andreas—exclama una tercera voz y los dos voltean a ver a la intrusa, siendo nada más y nada menos que Rosalind quien estaba gratamente sorprendida, era cierto que estaba en contra de los lazos afectuosos, pero lamentaba haber perdido un soldado tan capaz como Andreas, pero ahora, ya no tendría que lamentarse—fuiste tú, Margarita—dice viendo a la chica
