[ESTA HISTORIA ES UN BORRADOR]
Trabajar en una morgue nunca fue algo tan terrorífico como lo que Emily está a punto de vivir.
¿Estás lista para entrar a un mundo lleno de tentaciones?
¿Crees que conoces a la gente que te rodea?
¿Crees que te conoces...
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Observo a Dominic que camina despreocupado, las calles están abarrotadas de gente, o al menos eso siento, mi cabeza trata de trazar un plan, de forma inútil. El ruido de la calle tan solo se transforma en un murmullo molesto.
No me entra el oxígeno necesario a mis pulmones, trato de mantener la calma, ignorando los latidos que han entrado a mi cabeza.
¿Realmente voy a morir así? ¿O quizá esto siga siendo una pesadilla?
— ¿Estás bien mortal? — pregunta el chico.
— Voy a morir... — hiperventilo, mi pecho se mueve rápidamente sin ningún tipo de control, cada bocanada de aire es una puñalada, me duele, cada centímetro de mi cuerpo duele — voy a morir de verdad...
Dominic para en seco, sujetando mis hombros con ambas manos, tratando de que dejen de moverse hacia arriba y hacia abajo debido a mi intento de seguir respirando, lo miro, su imagen es completamente borrosa.
— Mortal, relájate, estás teniendo un ataque — observo su rostro, me mira con lo que parece... ¿Preocupación? — ya has muerto.
No contesto, no puedo hacerlo, no salen palabras de mi boca, la garganta se me ha secado completamente, cierro los ojos con fuerza, tratando de asimilar la situación, que hasta ahora, me parecía un mal sueño.
Los brazos de Dominic rodean mi cintura, escucho el murmullo de la gente a nuestro alrededor, de repente un golpe, un golpe hace que abrace a Dominic con fuerza, sintiendo sus latidos, tranquilos.
Abro los ojos, cargados de lágrimas, tengo miedo, busco la mirada del hombre que me lleva en brazos, me aprieto más contra su pecho, volviendo a cerrar los ojos, sus alas cortan el aire, haciendo un ruido violento, pero hermoso en partes iguales.
— Dominic... — susurro.
Llega a uno de los edificios más altos, dejándome en el suelo, vuelvo a mirarlo, una vez siento mis pies sobre una superficie, él, en cambio, me mira, regalándome un suspiro, y se sienta en el borde.
— Debes relajarte, si el rey te ve así...
— Me da igual que me vea si — digo entre sollozos — no soy de este mundo, no tengo que aparentar ser alguien que no soy.
— Eres de este mundo, al menos ahora — Dominic se levanta poniéndose frente a mí.
Clava sus ojos en los míos, haciendo que un escalofrío recorra mi espalda, siento como entra dentro de mi alma.
— ¿Temes al rey? — pregunta.
— Sí — respondo casi sin pensar.
— Entonces perteneces a este mundo.
Se da la vuelta, su espalda tiene una mancha carmesí, que hace que un grito ahogado salga de mi garganta.
— Tu espalda... — se gira y me mira con una sonrisa ladeada.
