[ESTA HISTORIA ES UN BORRADOR]
Trabajar en una morgue nunca fue algo tan terrorífico como lo que Emily está a punto de vivir.
¿Estás lista para entrar a un mundo lleno de tentaciones?
¿Crees que conoces a la gente que te rodea?
¿Crees que te conoces...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
— Es mayor para hacer lo que quiera — Raxi pone sus brazos en jarra.
— Hermano, por una vez no puedo darte la razón, y si lo consigue... Será lo suficientemente fuerte para ganar cualquier guerra ella sola — Rob continúa apoyando mi idea.
— ¿Os estáis escuchando? — el rey suelta lo que parece más un gruñido que una pregunta —, la estáis lanzando a los brazos de Zane, si va a su mundo quizá no pueda ni volver.
— Lo hará — responde Raxi dedicándome una sonrisa.
Vuelvo a ignorarlos, dejando que en mis oídos, tan solo entre el ruido de su disputa, no sé cuánto tiempo llevan así, pero me parecen siglos, estoy agotada, necesito dormir.
Ambos vinieron a la habitación de Vronuss en cuanto nos escucharon discutir, preocupados de que la discusión acabase en otra catástrofe, algo que al rey no le hizo ninguna gracia.
— Me voy a dormir — digo girando sobre mis talones.
— Se van a dormir — me corrige el rey —, te quedas aquí hoy.
Miro a Raxi que se encuentra frente a mí, con los ojos completamente abiertos, Rob tiene la misma cara de asombro, supongo que dormir con el rey no es lo habitual, o al menos eso me dan a entender sus caras.
— No es necesario — digo con un hilo de voz incapaz de girarme para verlo.
— ¿Tengo que deciros dónde está la puerta? — la voz del rey suena a mis espaldas, trato de contener un pequeño grito al sentir que está completamente pegado a mi espalda.
Raxi y Rob salen rápidamente de la habitación con pequeños pasos, como si fuesen unos insectos diminutos completamente atemorizados.
La puerta se cierra, y Vronuss pasa a mi lado, poniendo el pestillo.
— Puedo dormir en mi habitación — repito.
— ¿Acaso me sigues temiendo? — da dos pasos, quedándose frente a mí, tengo que levantar levemente la cabeza para quitar los ojos de su pecho.
— No, pero tampoco quiero...
Me callo a mitad de frase cuando lleva su dedo pulgar a mis labios, acariciándolos de una forma que hace que un escalofrío recorra mi espalda.
— No soy una puta — digo tragando saliva.
— Me ha quedado claro, y te aseguro que me hubiese encantado que lo fueses.
— ¿Disculpa? — lo miro completamente cargada de odio, a veces me pregunto si realmente estos comentarios los hace de forma consciente.
— No voy a follar contigo si no estás preparada, quiero que te sientas a gusto — quita su mano de mi cara y siento como un frío me invade cuando se aleja —, voy a darme una ducha, puedes meterte en la cama a dormir, ten esto como una muestra de agradecimiento por lo de hoy.