[ESTA HISTORIA ES UN BORRADOR]
Trabajar en una morgue nunca fue algo tan terrorífico como lo que Emily está a punto de vivir.
¿Estás lista para entrar a un mundo lleno de tentaciones?
¿Crees que conoces a la gente que te rodea?
¿Crees que te conoces...
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Veo a Emily desaparecer más rápido de lo que me gustaría, sabiendo que si me falla en esta promesa probablemente esté más hundido que nunca, es una puta droga, que me consume cada vez que pone su vida por delante de cualquiera, pero que tampoco puedo dejar.
— Vamos — Rob me da una de sus armas, unas cuchillas dobles con empuñadura en el centro —, que estos duendes sepan dónde han entrado — me sonríe sujetando mi cabeza y pegando su frente con la mía.
La corona se clava en mi piel, pasando a convertirse en un dolor casi placentero que me está devolviendo a la realidad, un hilo de sangre se desliza por mi sien, nos quedamos unos segundos en silencio, siendo conscientes de que esto es una despedida.
Salgo de la mansión, las piernas funcionan por sí solas, escucho absolutamente todo a mi alrededor con eco, desde los edificios cayendo, hasta los gritos. La gente está peleando en plenas calles, a lo lejos, puedo observar el edificio de los llegados en llamas.
— ¡Aaaaah! — me giro al escuchar el grito a mis espaldas, uno de los elfos se está lanzando sobre mí con una espada en alto, con un movimiento rápido corto su cuello con las cuchillas.
Su sangre salpica mi cuerpo, me quedo unos segundos viendo el líquido oscuro que me ha bañado, había escuchado mil leyendas sobre la sangre de los elfos, como que podía curar cualquier herida, irónico que ahora mismo signifique todo lo contrario.
Busco con la mirada a Emily, hay mujeres luchando, pero ninguna es ella, ninguna es la mía.
— ¡En el trono! — Rob me grita mientras se pelea con varios elfos a la vez, giro mi cabeza, llevando mi mirada hacía el trono, y viendo de espaldas a la reina, completamente transformada, aprecio su piel negra y las garras en sus manos.
Trato de abrirme paso entre la muchedumbre para acercarme más a ella, los gritos están taladrando mi cabeza, los edificios de la ciudad están cayendo uno a uno, y el olor a azufre queda opacado por el de la sangre, un olor metalico que ha bañado toda mi ciudad.
Busco a Zane, tratando de mantener bajo control nuestro principal problema, pero no está, ni junto a Emily, ni junto a su ejército, lo que me deja en claro que a pesar de la cantidad de muertes que me rodean esto tan solo acaba de comenzar.
Consigo acercarme lo suficiente a Emily, me mira, con una sonrisa en el rostro que parece que se está riendo de mi, o de mi puto corazón que no puede permitirse dejarla sola.
Está desgarrando varias gargantas con sus garras, completamente transformada, como si fuese un juego para ella, sus ojos están cargados de ira, y mucho más claros que de costumbre, no deja de sonreirme con la respiración agitada, algunas hebras de su pelo se pegan en su piel a causa del sudor.
— Juntos, mi rey — me dice con la respiración cortada.
— Juntos, mi reina — la sonrío, pegando mi espalda con la suya.
