IN THE WAR [JUNGHOPE]

Soulmate

Los días siguientes, durante tres días continuos, Hoseok siguió practicando. Se convirtió en una rutina, entrenar su habilidad en el arco hasta que Jungkook llegara a él, luego los dos combatirían hasta que el hambre corroía sus huesos, entonces se secarían el sudor e irían a almorzar, en el comedor se reunirían con Seok-jin y Eun-yeong para que después volvieran a adentrarse en las tierras traseras en donde Hoseok no llegaría a ningún punto con su animal, lo que lo ha frustrado mucho más de lo que puede ocultar y ciertamente no tiene tiempo para eso, no cuando finalmente han establecido una fecha para reunirse con Dak-ho.

Sus planes están saliendo bien, pronto podrán terminar con el ciclo de penumbras que el enemigo construyó, incluso cuando siguen un poco inquietos ante la falta de repuesta por el norte. Todos habían estado en la oficina cuando el mensajero real había llegado del oeste en la madrugada, lo habían interrogado, recibiendo la carta en respuesta que Dak-ho les envió.

"¿Por qué no tenemos una respuesta del norte?" Jin había preguntado.

"Fue difícil entregar la carta al líder del norte y cuando lo hice él no pudo leerla de inmediato porque en ese momento fue mandado a llamar por Dak-ho. Para cuando me entregaron la carta en respuesta que les di, no pude hacer más que marcharme de inmediato, de lo contrario hubiera sido sospechoso, además de que Dak-ho escasamente dejaba solo al líder del norte" y eso había sido todo. Eun-yeong les aseguro que seguramente el norte ahora estaría de su lado, ellos no pueden confirmarlo, pero esperan que el día de la reunión todo salga de acuerdo a lo planeado. No obstante, la inseguridad fue como un latigazo cervical para todos ellos y solo termino por acrecentar su interminable inquietud.

Así que cuando Hoseok, más nervioso de lo que sus capacidades podrían controlar, le informa a Seok-jin que esta vez se quedará más tiempo en el bosque, tanto él como Eun-yeong asienten, no obstante lucen como si quisieran decir algo, pero se abstienen al último minuto. Él suspira de alivio cuando los ve marcharse porque su cuerpo punza como si estuviera a escasos segundos de explotar. Apoya su espalda en un tronco, recogiendo sus piernas, rodeándolas con sus brazos y descansando su frente entre sus rodillas mientras respira temblorosamente. El sentimiento que se agita en su pecho podría ser un aguijón que bate sus alas dentro de su piel, provocando cientos de vientos que lo hacen remover afligido.

¿Quiere llorar? ¿Por qué se siente tan mal?

Las palabras que Seok-jin le dijo no han dejado su mente ni un instante, desde ese día sus palabras se han establecido en su interior, rasgándolo por dentro y con ello le han invadido millones de cuestionamientos que le hacen dudar de sí mismo.

Hasta ahora siempre había sabido quien es, creía conocerse, pero eso fue antes de que su mundo cambiara, antes de que descubriera que todo lo que alguna vez le dijeron era mentira o una simple verdad a medias.

¿Si él se permite recibir a su parte animal con los brazos abiertos, estaría dejando a ese Hoseok que conoce? No considera poder permanecer cuerdo si él se olvida de quien es, en esta situación en la que abruptamente e incesantemente cada una de las cosas y personas a su alrededor se han esfumado, como el humo quemado que surge del fuego que deshace. Se ha mantenido cuerdo únicamente porque él ha decidido continuar siendo el mismo de su pasado, solo que incluso cuando trata de ignorarlo, es evidente el hecho de que su cuerpo y él ya no son los que eran antes.

"¿Hoseok?" Es Jungkook, él no necesita alzar sus ojos para confirmarlo porque el olor presente pertenece al leopardo. Las hojas sobre la hierba crujen a su lado y Hoseok se esfuerza en esconder su rostro del otro en caso de que las lágrimas quieran descender de sus orbes.

"¿Por qué hueles tan angustiado?" La voz de Jungkook es una mezcla entre inquietud, más preocupación y Hoseok no sabe cómo sentirse al respecto. Jungkook frunce su ceño cuando ninguna respuesta llega del pequeño ciervo a su lado, cuyas orejas están tan bajas que la necesidad de acariciarlas hasta animarlo se arraiga a su ser.