Capítulo 44

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Artemisa


Pasar semanas encerrada en una habitación suena horrible, pero no lo es para mí. No estando con tres bebés que requieren atención a cada nada. Eloah va y viene, tiene cosas que hacer en esta ciudad de Alaska, mi madre y Emma se la pasan entrando y saliendo del cuarto constantemente.

―Mira cómo sonríe ―susurra un chillido mi amiga, me inclino a ver, es Aura, ella es muy alegre, suele sonreír mucho cuando duerme, y cuando se despierta también es toda muecas.

―Tal vez está feliz porque su papá la desconectará al fin ―añade mamá, está mudando con mucho cuidado a Adham. Al principio le daba impresión, no había mudado a un niño en su vida, pero se acostumbró rápidamente.

―O porque iremos a una nueva ciudad ―, acaricio los pies de Circe con mis pulgares, ella me preocupa, es tan delicada que la trato como el cristal más delgado del mundo, le gusta mucho que la carguen, pero prefiere a Eloah, cuando lo escucha hablar comienza a llorar hasta que él la acuna en sus brazos.

―¿Realmente es necesario que se vayan? ―cuestiona mamá―. Me preocupa ese viaje, podrían seguirlos los japoneses.

―Eloah se encargará de todo, confía en él ―le pido, Emma comparte una mirada con mi madre y terminan ambas aceptando a regañadientes.

Hablé con Emma, la convencí de que no fue su culpa nada de lo que ocurrió, que haya sido utilizada para sacarle información fue una artimaña horrible. Ahora todo está mejor, regresará a la central, Daniell decidió que irá con ella y se quedará en nuestro departamento para mantener seguras a mis amigas.

Mamá volverá a Moscú con guardias que la mantendrán bajo vigilancia, dijo que habló con Thompson, se quedará con él en su casa, Charlotte en cambio... Bueno, tiene vacaciones y la única forma de convencer a Thompson de no venir por mí fue que enviara a mi hermana para que se asegure de que no me hacen nada malo en la Bratva.

Así que Charlotte irá a la isla, ya se ofreció alguien a llevarla.

―Harry sigue vuelto loco desde que Andrey fue por Charly a Moscú ―me avisa mamá.

―Ya se le pasará ―la tranquilizo, y en serio espero que ese idiota no pervierta a mi hermanita. Pienso en decirle algo más, pero la puerta se abre dando paso a mi esposo, viste un traje a medida y un abrigo encima, se ve espectacular, por no mencionar sus manos enfundadas en guantes de cuero negro.

―Al fin llegas, ¿es seguro el viaje a esa isla? ―interroga mamá. Sabe que es una isla, pero no le he dicho a nadie dónde está o el país al que pertenece o el mar que la rodea. Es mejor así. Y nadie puede decirlo, Eloah amenazó a sus hermanos con cortarles la lengua si lo hacían.

―Completamente seguro ―replica él, se deshace de los guantes mientras lo dice.

―Bueno, me quedaré más tranquila cuando lleguen ―admite mamá―. Vamos, Emma, esperemos fuera, no quiero ver cómo les quitan esas cosas a mis nietos.

―Está bien, abuela ―se burla Emma.

―No me digas así ―exhala mamá, cierran la puerta una vez que salen al pasillo, la risa de Emma se filtra dentro del cuarto de todas formas.

―Está todo listo, solo faltan ustedes ―anuncia Eloah. Se acerca y sujeta mi rostro, cierro los ojos al recibir un beso en mis labios, es corto, pero suficiente.

Me encargo de ayudarlo mientras desconecta a Adham, se ve doloroso, le pone algunas venditas en la picadura que le dejó el catéter, me encargo de limpiarle el pecho donde se monitoreaban sus latidos.

El diamante de Dios [#3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora