Capítulo 47

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ANTES QUE TODO:

Quiero desearle un muy feliz cumpleaños a Xime Farfán, espero que hayas disfrutado mucho de tu día.

También quiero desearles un muy buen año nuevo, espero que todo lo que quieran lograr se les cumpla <3

Además les advierto que este capítulo es muy fuerte, soldado avisado no muere en guerra.




La puerta explota, el techo también, y yo me estoy moviendo más rápido de lo que puedo procesar la situación. Arrebato de las manos del anciano a mi hijo y lo cubro con mi cuerpo, siento el cuerpo de alguien más impactar contra mí, los brazos de Eloah me rodean y cubren mi cabeza mientras los gritos se alzan.

―¡Muévete! ―grita y empuja mi cintura.

―¡Las niñas! ―reniego e intento ir por ellas, pero me empuja hacia la puerta que lleva al jardín.

―¡Busca un lugar seguro, ahora! ―Aferro a Adham contra mi pecho y comienzo a correr. Miro sobre mi hombro, Hunter y Hans huyen con mis hijas en sus brazos, las protegen con sus vidas, pero no es suficiente, nunca será suficiente si se trata de la Yakuza.

Entro de golpe a la sala contigua, cruzo el lugar dejando de lado mis tacones y salgo de golpe al exterior, dentro se escuchan disparos, todos gritan como si aquello fuera una matanza.

Así que huyo, este lugar no es seguro.

Puedo sentir mis mejillas mojándose debido al temor de perder a mis hijas, pero no puedo detener mis pasos, empujo la puertecilla metálica y salgo a la calle, es donde comienzo mi carrera.

Corro con mi hijo entre los brazos, mis pies arden debido al calor de la acera, pero me da igual, me da igual el daño que mi cuerpo reciba mientras recorro calles y calles. Son una mafia, y he trabajado suficiente tiempo con ellas como para saber que tienen vigilantes en todas partes. Saben exactamente dónde estoy.

Intento meterme entre calles, corro con el cuerpo tembloroso y los músculos ardiendo debido al esfuerzo, pero no le harán daño a mi niño, antes me deben matar a mí.

―Maa... ―llora Adham entre mis brazos, refuerzo mi agarre en él mientras giro en otra calle.

―Shh ―suplico, está oscureciendo, hay poca gente en esta parte de la ciudad, no puedo darme el lujo de hacer ruido, pero él no lo entiende, y su llanto me está haciendo perder la cabeza.

Dónde está Eloah, no lo sé, y espero que venga por mí, espero que no me deje sola en esto. Me duele tanto pensar en mamá, en Charlotte, Thompson, mis amigas... pero es mi hijo, y si tuviera en mis brazos a Aura o Circe haría exactamente lo mismo.

Ellos primero, luego el mundo.

Diviso en la calle a un hombre que dejó el coche encendido para bajar a comprar algo de un vendedor de la calle, corro como desquiciada a ese vehículo, me meto dentro y acelero sin soltar a Adham.

Lo debo sentar a mi lado para llevarnos lejos, es una suerte que sea un coche automático, de esa forma puedo presionar una mano en el pecho de mi hijo y con la otra conducir el volante. Intento dirigirnos tan lejos como puedo, acelero a fondo por las calles transitadas, si bien no hay mucha gente fuera, sí hay locomoción.

Registro el combustible, maldigo en voz alta, grito de rabia al ver que se está agotando, así que solo puedo llevarnos lejos durante diez minutos, llego a las afueras de la ciudad por la autopista ciento seis, no hay muchos coches por la zona, y debo aparcar a un costado.

El diamante de Dios [#3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora