Capítulo 26

67K 7.3K 8.1K
                                    

 ¡Y sí, hay un capítulo más!
Por el aniversario de la saga, cumple dos añitos :)


―¡Horus!

No abro los ojos, pero escucho las uñas contra la madera de mi puerta. Arrugo la nariz ante la caricia del sol en ella, la voz de mamá suena fuerte mientras llama a mi mascota.

―Le he dicho que no me arañe la puerta ―gimoteo y hundo el rostro en la almohada, me giro sobre la cama para estirarme, mis senos quedan desnudos y los rayos del sol acarician mi piel, cubriéndola como un manto cálido.

Pero hay algo que me deja paralizada.

Un cuerpo a mi lado, hay un brazo debajo de mi espalda, giro sobre mí misma y me incorporo sobre mis rodillas, Eloah está dormido boca bajo, su espalda bañada por el sol se ilumina un poco incluso con la palidez que posee.

Yo... creí que se habría ido como la vez anterior, para evitar a mi familia huyó en la madrugada.

―¡Horus! ―reclama mamá desde fuera.

Maldigo con nerviosismo y me levanto de golpe, corro sobre mis pies descalzos a tomar la camiseta de anoche que Eloah tiró al piso luego de arrancármela a tirones, me la pongo mientras rebusco en mi armario, miro de vez en cuando al hombre dormido en mi cama, luce relajado, y espero que se mantenga así el tiempo suficiente.

Me pongo la braga y un short de algodón, pertenece a un pijama que no uso mucho. La puerta vuelve a ser arañada, el lloriqueo de Horus me pone de los nervios, así que salgo de inmediato y cierro a mi espalda, evito así que se meta en el cuarto y despierte a Eloah.

―Volví por ropa, Harry se fue directo a la central ―dice mamá apenas me ve desde la cocina―, eran las seis de la mañana, y lo único que se oía en el apartamento era ruido de tu cuarto ―. Enrojezco de golpe.

―También haces ruido con Thompson ―la contraataco, sus labios se crispan.

―Nosotros dormimos ―aclara y vuelve a revolver algo en un sartén. Me acerco a su lado, Horus me sigue y huele como si no le agradara nada que tenga rastros de un desconocido encima. Me huelo a mí misma con discreción, el perfume de Eloah está sobre mí.

―También dormimos ―aseguro y recojo un durazno de la bandeja con fruta fresca, lo lavo antes de darle una mordida.

―¿Y qué diablos hacían despiertos a las seis de la mañana? ―me susurra con complicidad, hago una mueca recordando haberme levantado al baño con náuseas, no vomité, y cuando volví a la cama con el cuerpo frío, Eloah despertó quejándose de mi piel helada.

―Somos jóvenes ―me limito a decir, oculto mi sonrisa tras el durazno, le doy una mordida grande―. ¿Y las chicas?

―Jackie está durmiendo, Emma no lo sé, ni siquiera miré ―admite―, no quiero encontrarme con sorpresas.

―Tienes tu punto ―asiento y doy varias mordidas al fruto para tirar la semilla a la basura―. Eloah sigue dormido, ¿preparas desayuno para todos?

―Para nosotras, Emma estará con resaca y Jackie también, supongo.

―¿Tengo resaca? ―Volteo de golpe, Jackie luce perfectamente vestida, lista para marcharse a trabajar.

―Pero si te ves como nueva ―se sorprende mamá. Mi amiga sonríe y se sienta sobre un mueble de cocina, me sorprende verla sonriendo.

―Anoche estaba en el baño con Charlotte, escuché disparos, nos ocultamos y apareció Jackson como un loco, buscándome ―dice con ilusión, con mamá nos dedicamos una miradita cómplice―. Nos sacó de allí, tuvimos unos inconvenientes, pero me estuvo gritando todo el tiempo que no me alejara de él.

El diamante de Dios [#3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora