Capítulo 17

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Mafia japonesa significa mujeres.

Sí, qué empoderadas, joder, una mafia liderada por mujeres es algo digno de mencionar, pero no de admirar.

Esas mismas mujeres trafican a otras mujeres, así que no es algo que se pueda ver como un ejemplo a seguir por más poderosas que sean. Roman nos entrega unos archivos, analizo los rostros de las japonesas, son archivos con información de todas ellas.

Son bellas, obviamente no tienen el estereotipo ruso, son más delgadas, con ojos rasgados, de pieles blancas la mayoría, otras más morenas.

―La líder de la Yakuza, como sabemos, es Kaori Miyazaki ―nos dice, se sienta a medias sobre el escritorio mientras nos ocupamos de revisar los archivos.

Me fijo en la primera página, hay información de la poderosa mujer, según el archivo tiene alrededor de sesenta y un años, es la mujer más buscada del mundo.

―Tuvo solo hijas, ningún varón ―prosigue Roman, reviso los archivos de sus hijas, a la mayor se le calcula treinta y un años, la menor tiene diecinueve. Leo con atención, según esto no hay mucha información, me gustaría poder saber más como con los italianos, saber de sus trabajos y aportes dentro de la Yakuza.

―Tiene hermanos ―le digo hojeando el archivo―. ¿Vamos por ellos?

―En efecto ―me señala Roman―. Buscamos a Dai Miyazaki ―, hago un ruidito y analizo la información, según parece tiene cincuenta y tres años, es una mujer de ojos extraños, luce como si fuera a abrirle el torso a quien se le cruce.

En la fotografía se ve un poco mal, fue captada mientras bajaba de una furgoneta en medio de la calle.

―Esta mujer hace una semana entró en la central de China, robó información clasificada y huyó sin que nadie la descubriera. Apenas ayer revisaron las cámaras y se enteraron ―aclara y frunzo las cejas.

―¿Estaba sola? ―cuestiona Jackson― ¿Cómo pudo hacerlo?

―Entró con su sobrina Akane ―le aclara Roman, reviso los registros, Akane es hija de Kenji, el único hermano de la líder de la Yakuza, el resto son mujeres― y con su hijo Daichi.

―¿Qué robaron? ―pregunto y Roman parece no querer responder.

―Dije que fue información clasificada ―gruñe de mala gana.

―O sea que no podemos saber ―puntualiza Jackie.

―No ―replica Roman. Hago una mueca y miro el resto del archivo―. Ahora voy a asignar sus tareas, presten atención ―, alzo el mentón con esperanza―. Emma, Jackelin, Scott y Torres van a viajar mañana a Japón, los quiero rastreando a los japoneses por las cámaras de la ciudad, si los encuentran los vigilarán e informarán, es solo espionaje ―advierte.

―Japón ―susurra Emma con ilusión. Le dedico una sonrisa débil y miro con frialdad a Torres, que está unos puestos más allá.

―Jackson, Tommy, Hanna y Thompson van a encargarse de rastrear a los japoneses que estén en Rusia, según unos registros entraron al país hoy por la madrugada.

―¿Y yo? ―pregunto con frustración.

―Tú te quedarás aquí, vas a ayudarme con trabajo de rastreo e investigación ―me señala y abro la boca con indignación―, además necesito un teniente vigilando las tropas.

―Pero...

―Pero nada, se acabó la reunión ―dice y me niego a levantarme incluso cuando todos salen, solo queda Roman dentro. Me apresuro en correr hacia él a pesar de mi constante y molesto dolor.

El diamante de Dios [#3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora