Capítulo 10

68.8K 7.6K 7.4K
                                    

ADVERTENCIA: EL COMPORTAMIENTO DE LA PROTAGONISTA ES COMPLETAMENTE CUESTIONABLE, POR FAVOR, QUE SE QUEDE EN LA FICCIÓN, NO LO LLEVEMOS A LA PRÁCTICA.



―¡Tommy! ―grito, la bombita con agua aterriza en mi espalda, me arqueo gritando y riendo.

―¡Vamos, perdedora! ―me alienta, así que me apresuro en recoger dos de la cubeta donde las metimos y corro tras él, lanzándoselas. Se le revienta una en el pecho, se gira y la otra cae en su cabeza, estallando y dejándolo empapado.

―¡Esto es guerra, Tommy Evans! ―advierto, corriendo a tomar más, pero una choca contra mi trasero, rebotando y cayendo al césped donde se revienta.

―¡Eso es trampa! ―me recrimina, echo a reír enseguida, soltando las bombitas que tengo en las manos.

―¿Cómo va a ser eso trampa? ―finjo molestarme, y comienza a reír mientras se encoje de hombros con inocencia. Sonrío y alzo una bombita, lanzándola en su dirección mientras se gira para tomar las suyas. En el patio trasero de la casa de su familia nos lanzamos agua como dos niños, corriendo por el césped y bañándonos en la piscina un buen rato.

―¿Teniente? ―, quito la mirada de la computadora y enfoco a James, tiene una carpeta en las manos―. Lo siento, ¿la interrumpo?

―No, ¿ocurre algo? ―pregunto enseguida, intentando quitarme el dolor que llevo encima al recordar lo que éramos con Tommy antes que Erik llegara a fastidiar todo con su cara inocente de "yo no maté a la hermana menor de Tommy".

―Lo que me solicitó ―dice James entregándome el archivo, lo abro rápidamente y le echo una ojeada, busco nombres, fechas, y asiento.

He estado buscando el paradero de Dimitri, pero se le ve poco, la última vez estaba en Japón, por ahora no hay más información, y eso fue hace tres semanas.

―Gracias James ―susurro y me levanto con las piernas entumecidas―, ¿Ya comenzó?

―No todavía ―sonríe, le hago un gesto para que me acompañe, guardo la carpeta bajo llave y bloqueo la computadora, caminando con él directo al campo de entrenamiento, donde diviso a Jiménez alentando las peleas en el cuadrilátero. No es que sean peleas, solo es entrenamiento, suele reunirse más gente porque es divertido ver a los soldados partirse el rostro a base de desespero por enseñarles a sus superiores que son resistentes.

James niega con desilusión, pero sonríe también al ver a su amigo parado allí, convenciendo a todos de subir.

―¡Y allí viene la teniente coronel! ―Grita Jiménez― ¡Es la próxima, ¿Quién se anima a enfrentarla?! ―pregunta, noto con interés que Roman está por ahí viendo también, charla con una soldado morena que le sonríe sin parar― ¡Capitán, ¿se anima?! ―Miro con interés que Jiménez le habla a alguien, me acerco un poco más y...

―No, no entro ―asegura Scott, negándose.

―¿Tienes miedo? ―le pregunto, causando una sonrisa en su rostro.

―¡Oh, tiene miedo! ―dice Jiménez en el micrófono, y todos a nuestro alrededor hacen ruidos de pena fingida.

―Tú lo quisiste ―me advierte Scott, le lanzo un beso burlón y subo en el cuadrilátero, preparada para todo.

Es cosa de minutos para que las apuestas estén hechas, me preparo en la superficie, las reglas son claras, ni armas de fuego ni armas blancas, sin golpes en el rostro, y cuidado con fracturar huesos.

El diamante de Dios [#3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora