Capítulo 23

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EL CONTENIDO DE ESTE CAPÍTULO
ES PARA +21
LEER CON PRECAUCIÓN


Eloah me trajo a una oficina, el edificio entero está lleno de trabajadores, Oksana me explicó brevemente que es la sede desde donde administra los clubes, hoteles y restaurantes que posee, sin mencionar que también es una tapadera para trabajar por debajo de la mesa el tráfico de drogas.

―¿Ha tenido molestias con el embarazo? ―me pregunta Oksana. La espaciosa oficina donde nos encontramos está en el piso más alto, Rusia nos saluda en plena primavera.

―Nada, por suerte ―aseguro, me rozo el abdomen con el pulgar mientras admiro las calles, edificios y personas que transitan a paso rápido.

―Así, con el crop top ―indica con los ojos brillantes― se le ve otra figura ―, bajo la mirada con curiosidad, yo me veo igual―, hace meses no tenía esa curva.

―Hace meses restringían mis comidas ―puntualizo. Sus comisuras tiemblan, mira sobre su hombro, la imito, Eloah está junto a Daniell en el escritorio, le entrega papeles que su mellizo rubio recibe de mala gana.

―Saca la cuenta ―le ordena.

―Pero son quince clubes ―se queja Daniell.

―Ahora ―gruñe el pelinegro. Entorno los ojos, es un mandón de primera, y tiene cara de asesino en serie siempre que se le mira.

―Mi señor tiene sangre Kozlov en sus venas, no me sorprendería que su embarazo sea gemelar ―me susurra Oksana, la miro con curiosidad―, tal vez deba salir de dudas, ya no tiene esa sombra de abdominales que antes mostraba ―me señala, miro hacia abajo otra vez y asiento.

―Lo comprobaré ―. Me volteo con discreción, miro la hora y avanzo hacia el escritorio donde trabajan, Eloah me da una corta mirada, no es que me haya dedicado muchas desde que salimos del apartamento, hice el viaje en otro coche, él decidió ir solo, así que Oksana me acompañó.

Al menos envió a la tal Irina a recorrer el edificio y los diferentes clubes que le pertenecen a la Bratva, si la hubiese traído con nosotros me habría lanzado por una ventana.

Apoyo las manos en el cristal del escritorio y alzo una ceja, sé que es consciente de mi cercanía por la forma en que presta especial atención a los documentos, como si fueran más importantes que yo.

―Tengo hambre ―digo con absoluta calma.

―Hunter, ve por comida ―pide el idiota.

―Iré con Hunter ―, me giro y avanzo a la puerta, el rubio me sigue como siempre hace, pero al detenernos a esperar el elevador veo con satisfacción que Eloah sale de la oficina, está enfadado, pero no dice más, solo se pone la chaqueta sin detenerse, se la acomoda en los hombros al pararse a mi lado.

Oksana nos alcanza, trae papeleo junto a Daniell, miro la hora en mi celular, no he comido desde el desayuno, ya casi se cumplen las dos de la tarde.

El silencio se llena un poco cuando Oksana le habla a Hunter sobre un tal Viktor, charlan con discreción, el rubio de la cicatriz parece cohibido con la presencia de Eloah, como si hablarle a la pelirroja fuera traición o un sacrilegio.

No digo palabra cuando Eloah se monta en el coche con Daniell, prefiero irme con Oksana y Hunter, al menos allí ellos hablan con más libertad y se ríen mientras lo hacen. Miro por la ventana todo el tiempo, dándoles un poco de privacidad. Hunter mira a la chica como si fuera una deidad, le falta babear su camisa y arrodillarse.

―¿Qué es esto? ―cuestiono, Hunter aparca frente a un restaurante.

―Pertenece al Boss ―me explica Oksana―, es muy elegante ―, hago un movimiento de cejas y salgo del coche en cuanto Hunter me abre la puerta, reprimo mis ganas de darle un manotazo por la forma obsesiva en que me agarra por los brazos, como si me fuera a caer.

El diamante de Dios [#3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora