Capítulo 19

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Avanzo sobre mis botines de combate, Nolan está sentado tras su escritorio, se levanta de inmediato.

―¿Roman? ―pregunto.

―Lo llamo enseguida ―asegura y levanta el teléfono fijo en un solo segundo―. General, la teniente coronel está aquí, solicita hablar con usted ―, espero con impaciencia mientras Nolan escucha―. Bien, le llevo enseguida las carpetas ―asegura y me hace un gesto con la cabeza―, puede pasar, teniente.

Doy media vuelta y avanzo hacia la oficina, Roman luce ocupado con papeleo, revisa unos gráficos mientras me planto delante de él.

―¿Qué vas a hacer con Hanna? ―pregunto de golpe. Llevo dos semanas pensando en esto, luego de hablar con Eloah y escuchar su respuesta negativa. Dos malditas semanas desde que no respondo sus llamadas nocturnas, solo le permito saber de mí a través de Hans y Hunter.

―Buenos días, teniente ―gruñe, ignora mi pregunta por lo que parecen ser siglos―. ¿Por qué esa repentina curiosidad?

―La quiero muerta ―admito y al fin sus ojos se elevan a mi rostro.

―No voy a preguntar por qué, se trata de Evans ―saca conclusiones.

―Se trata de mí, ella sabía la ubicación de la Casa Rusa y no la dio, sabía lo que podían estar haciéndome en ese lugar y disfrutó las semanas en que no estuve, Eloah dijo que es la hermana del sujeto que... me encontró en ese lugar hace meses ―siseo, intento no decir la palabra "violar", mi alma muere un poco siempre que lo pienso o recuerdo. Me inclino hacia adelante―. Así que habla.

―No me des órdenes, sigo siendo tu jefe ―puntualiza y pongo cara de pocos amigos―. Está feliz, tiene a Tommy, pero no puede resistirse a mí ―, se señala a sí mismo con soberbia―. Mi plan básicamente es hacer una jugada maestra.

―Explícate ―le pido.

―Voy a sacarle información de lo que sepa acerca de los tratados entre la mafia rusa y la italiana, habrá dos mafias tras ella en cuanto actúe según mis conocimientos ―explica y comprendo, pero relamo mis labios de forma pensativa.

―Suena bien ―murmuro, me siento en una de las sillas y miro fijamente el escritorio―. Aunque tengo un plan mejor ―, sus cejas se alzan, me inclino hacia adelante apoyando los codos en el cristal del escritorio―, tomará tiempo, pero no sabes lo mucho que la perra va a sufrir.

Le explico el plan paso a paso, incluso tomo una hoja de su escritorio para marcar las fases iniciales y finales, me quedo allí al menos veinte minutos, planificando con su ayuda, me da ideas para mejorar el plan, me ayuda a rellenar huecos hasta que tenemos el plan perfecto.

Al salir no puedo ocultar la sonrisa de satisfacción, Nolan me sigue con la mirada, pero lo ignoro e intento relajar mis mejillas mientras avanzo a la sala de tenientes.

Nada más abrir la puerta, quiero retroceder. Hanna y Tommy, está para montar fiesta por cómo me miran. Una con odio y el otro con ojos de perro mojado.

Cierro a mi espalda y me dirijo a mi silla, pero en cosa de nada se escucha un ruidito femenino.

―Mira, Tom ―le enseña Hanna a Tommy―. El nuevo Boss presentó a su esposa hace pocos días ―, entrecierro los ojos, mis latidos se aceleran considerablemente.

―Me enteré, hay alerta internacional en las centrales de la GMFE ―dice él sin muchos ánimos.

―Artemisa ―canturrea Hanna como si acabara de verme y le diera gusto.

Me dedico a escribir con ayuda del teclado y revisar una carpeta, enviando datos a los dispositivos de Thompson y Jackson, que están por Kazán. El que las japonesas estén allí me trae recelosa.

El diamante de Dios [#3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora