Capítulo 24

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Por favor, proceder con precaución

No sé ni para qué les digo eso,
igual van a leer



Emma, Jackie y Charlotte me buscaron antes de la cena, creyeron despertarme, pero la verdad llevaba un rato mirando el techo con el corazón acelerado debido a la pesadilla que me hizo saltar sobre el colchón.

―No me convence ―admito.

―Te ves divina, ¿qué dices? ―me reclama Emma. Miro mi reflejo con preocupación, el escote del pecho no es mucho, pero el vestido de seda es cortísimo, tiene cortes a ambos costados que nacen desde las caderas y me deja casi toda la espalda descubierta, tiene tirantes en los hombros, al menos, pero...

Me siento expuesta.

Tuve que ponerme una tanga, es negra y semitransparente, lo único que cubre es mi entrepierna, se mete entre mis glúteos de forma incómoda y los tirantes están por encima de mis caderas, casi en la cintura.

Es el cumpleaños de Charlotte, ni siquiera me enteré hasta hoy, así que acepté salir con el grupo. Jackson aceptó ir, y me sorprendió que Tommy también esté invitado, al igual que otros cuantos sargentos, incluso Jiménez y James irán.

Jackie lleva un ajustado vestido celeste y Emma uno color crema, se ven preciosas, y yo... Vuelvo a mirarme, me alisé el cabello, puse un labial rojo en mi boca, un delineado suave y rímel en las pestañas. Me veo guapa, y se siente bien, pero también me pone nerviosa.

‹‹¿Y si algún idiota...?››. Niego con la cabeza y aliso mi vestido, los tacones que llevo tienen tiras serpenteantes que suben por mis piernas pálidas hasta casi rozar el inicio de mis rodillas.

―¿Listas, señoritas? ―pregunta alguien desde fuera. Giro un poco y suelto un suspiro.

―Vamos ―, las chicas me siguen de inmediato, Scott me mira de pies a cabeza y suelta un silbido.

―No sé si eres un ángel o un demonio, pero Artemisa, esta noche soy tuyo si me quieres follar ―asegura, cierro los ojos y suelto una risita nerviosa.

―Gracias ―canturreo tomando su mano.

Jackson ignora a Jackie, pero cuando salimos lo noto mirándole el trasero. Hans nos sigue, parece preocupado.

―Mi señora ―me dice con respeto, me detengo para escucharlo―. Ya que saldrá, sería bueno que Hunter nos acompañe.

―Sí, llámalo ―le pido―. Y... los quiero cerca de mí toda la noche, no se alejen ―, la última petición es casi un ruego.

―No la perderemos de vista en toda la noche, señora ―asegura.

―Gracias ―susurro con cierta paz en mi interior. Bajamos en el elevador, Hunter se nos une desde el piso donde tienen su apartamento.

―Voy a beber, bailar y hasta podría drogarme esta noche ―comenta Emma―, ya que Jackie está decidida a no probar ni una gota de alcohol y no debo cuidarla.

―Nunca he sido tu responsabilidad ―refunfuña Jackie. Está malhumorada, la comprendo, anduve como perro rabioso por dos meses, ella solo lleva días. No voy a comparar nuestras situaciones, pero tampoco voy a minimizar su dolor.

―Tienes razón, yo misma decidí cuidarte ―admite Emma―, hoy me cuidas tú.

―Hecho ―susurra Jackie mirando sus uñas acrílicas.

El diamante de Dios [#3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora