La casa del Dragon (MATT POV)

3. Equitación

Me doy una ducha antes de salir, seco mi cabello con el secador, me pongo ropa limpia y cómoda.

Hoy voy a entrenar para tener una nueva habilidad.

Daemon es probablemente el personaje que más me ha desafiado en toda mi carrera, he tenido que aprender un sin fin de cosas raras para poder interpretarlo.

En esta ocasión tengo clases de equitación.

Por suerte me asignaron a Milly de compañera, Ryan quiere que seamos cercanos y que tengamos buena química y yo no quiero que ella se sienta sola, así que me toca poner de mi parte.

Salgo mucho más que temprano al hipódromo, sé que ella es de las que llega temprano y quiero llegar antes que ella esta vez.

Al llegar no veo ni un alma, no hay nada, hasta los caballos están en sus establos.

Bueno, eso supongo.

Todo esta en silencio.

Aun así entro y me siento en uno de los banquillos.

Hace frío, así que me subo el gorro del hoodie para cubrirme, además saco mi libro que estoy leyendo en mis tiempos libres.

Me pierdo en mi lectura por varios minutos hasta que escucho esa voz.

—Hola.

Me giro para verle bajándome el gorro del hoodie, le sonrío amablemente.

—Hola, Milly.

—Matt, ¿Qué haces aquí?—pregunta un poco confundida, como si no esperara verme aquí.

—Lo mismo que tu... Clases de equitación— alzó los hombros.

Se acerca y se sienta a mi lado en el banquillo.

《Huele muy bien》

—No sabia que vendrías—habla un poco bajo, supongo que esta algo nerviosa.

—A partir de ahora nos veremos mucho así que no te sorprendas—siento que necesidad de decirle que no este nerviosa a mi alrededor, pero no puedo así que vuelvo la mirada a mi libro, tratando de evitar un poco el contacto visual, pues siento que podría llegar a incomodarla.

—Ayer no te lo dije, pero gracias por el hoodie, anoche lo he lavado y...

—Tengo un montón de esos, puedes quedartelo—la interrumpo, no quiero el hoodie de vuelta.

Siendo honestos, a ella le queda mejor.

—Gracias—se escucha sincera, aun no la miro a la cara así que trato de intuir como se siente por su voz.

—¿Por que llegaste tan temprano?—le pregunto  sin quitar mi vista del libro.

—¿Tú por que llegaste tan temprano?—repite la pregunta con diversión.

—Yo pregunte primero— quito la mirada del libro y me permito mirarla con una sonrisa, ella mira sus manos un poco tímida.

Es muy dulce e introvertida.

—Buen punto—sonríe sin mirarme—No fue por nada en especial, aun no conozco muy bien la ciudad y me gusta llegar puntual, es un hábito—habla rápido, y eso me da ternura, esta nerviosa—¿Qué hay de ti?.

La miro pero ella no, no se que hacer con ella. Así que voy a decir la verdad, como siempre.

—Vine temprano, porque supuse que tu lo harías y el Hipódromo nunca abre tan temprano, así que creo que fue para que no estuvieras sola aquí.

En seguida levanta la mirada, me mira sin poder creerlo, pero al ver mis ojos, parece conmovida.

—Gracias, no tienes que hacer eso por mi—se nota apenada.