Capítulo 45

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Capítulo 45



26 de agosto de 2022, San Rafael, los Pirineos



Al siguiente amanecer recibí una llamada de una de las administrativas de Elinor para que acudiese a las oficinas de San Rafael. Mi responsable, Manuel Quiroga, había sido informado de que tenía programada una cita, por lo que no tuve que avisarle al respecto. Sencillamente me presenté en las oficinas, sospechando lo que me esperaba, y entré en el despacho de Máximo De Guzmán. Al parecer, alguien se había encargado de informarle sobre lo que había pasado la noche anterior y quería hablar conmigo. Despedirme, suponía, o peor aún, hacerme terapia.

A saber.

Me dejé llevar. Tomé asiento cuando me lo pidió y aguardé pacientemente a que acabase de teclear en su ordenador para prestarme atención. Aquella mañana tenía buen aspecto a pesar de la hora, vestía con un traje oscuro y una camisa blanca que dejaba a la vista parte de la cadena dorada que llevaba bajo la ropa.

Me pregunté qué colgante sujetaría.

—Elisa, querida, ¿cuándo vas a dejar de darme dolores de cabeza?

—¿Nunca? —respondí, y aunque seguramente no debería haberlo hecho, sonreí, tratando de restarle importancia—. Vaya, veo que San Rafael sigue siendo igual de poco discreto que siempre, o puede incluso que más.

—Uno de tus compañeros te vio entrando en la comisaría en plena noche junto al subcomisario. Como entenderás, eso hizo saltar todas las alarmas.

—¿Qué alarmas?

—¿A ti qué te parece? —Máximo se puso en pie para poder pasear por su despacho. Más que nunca, parecía un tanto superado por las circunstancias—. Eres un fichaje muy prometedor, Elisa, sabes que soy el primero que ha estado interesado en que formases parte de la plantilla, pero contigo es todo demasiado complicado. Apenas hemos empezado a olvidar un escándalo y ya estás metida en otro.

No pude negar lo evidente. Mi currículum empezaba a estar demasiado manchado como para intentar fingir que no estaba pasando algo. No obstante, podía explicarlo todo. Mis argumentos no eran todo lo sólidos que querría, pero en caso de querer defenderme, podría hacerlo. La cuestión era, ¿realmente quería?

Para mi sorpresa, sí.

—Es cierto que últimamente mi vida personal está algo agitada —respondí—, pero no afecta a mi faceta laboral. Al contrario, creo que estoy cumpliendo con las expectativas. Depositaron en mí grandes esperanzas y, al menos según palabras textuales del doctor Quiroga, estoy cumpliendo con ellas.

—Es cierto —admitió Máximo De Guzmán—, pero como comprenderás, resulta complicado mantener a alguien en tu situación en la plantilla. Eres imprevisible, hoy estás aquí, mañana no, y eso es algo que difícilmente puede gestionarse.

—Cualquiera diría que en vez de ser mi jefe es usted mi padre, señor De Guzmán.

Mi respuesta le sorprendió, pero no le desgradó. Suponía que esperaba una actitud más sumisa por mi parte, que escuchase su discurso y agachase la cabeza... pero, sinceramente, ya estaba harta de ello. Demasiados golpes en poco tiempo.

—De veras, si mi faceta laboral se estuviese viendo empañada por mi vida personal comprendería su preocupación, pero por el momento no se ha dado esa casuística. Y, es más, le puedo asegurar que no va a pasar. Me gusta mi trabajo, me apasiona, y no voy a permitir que nadie lo estropee, incluida yo misma.

El renacerWhere stories live. Discover now