Capítulo 5

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Sofía

__ ¡¿Quien lo hizo?! ¡¿Quien entró sin ser invitado?! - Abraham está alterado. Mi mirada solo ve las marcas en mi brazo - ¡¿Cómo mierda lo hizo?!

Todos ven a Raúl en un charco de sangre, la misma sangre que tengo en el cuello. La misma que me baña el escote y no se quita. Por primera vez tengo esa duda de si estoy respirando o solo se trata de una alucinación después de la muerte.

Raúl tiene la garganta destrozada, puede verse el hueso hioides, la tráquea aún pulsa y la sangre no deja de salir, mientras las cuencas de sus ojos están huecos. La lengua le cuelga por la barbilla. La imagen me hace apartar la vista de ese lugar en lo que todos despotrican por todos lados.

__ Sofía. - vuelvo mis ojos a Dylan quien pone una toalla en mis heridas - Hay que curarte. Tenemos trabajo.

Sacudo mi cabeza, paso a lado del otro cuerpo del equipo de seguridad de Raúl quien tiene una de mis dagas en su garganta.

__ ¿Le viste la cara? - me pregunta Dylan arrancando la daga. Niego. - Bien, buscaremos con las cámaras de seguridad.

Eso es perder el tiempo. No va a dejar una sola pista.

Trabajé con él. Sé cómo trabaja, no tiene errores cuando de dar de baja a alguien se trata. No se fue, mintió. Me hizo sacarlo para venir por mi cabeza.

Actúo en automático yendo a casa en donde busco un botiquín de primeros auxilios, saco aguja, vierto alcohol en la herida que arde. Ni siquiera el dolor me hace despertar de esta pesadilla, tan solo quiero buscar en donde sé que pudo o puede estar.

Paso la aguja en la carne las veces necesarias para cerrar la piel que estaba abierta. Dejo caer la cabeza en mi mano cuando las lágrimas se arremolinan por el ardor, quiere matarme también.

Escucho como discuten en el piso inferior. Abraham y su hijo deben estar en la revisión de cámaras, no tengo ni que acercarme para saber el resultado de su búsqueda, es inútil.

Unos pasos ligeros me hace levantar la cabeza, solo para ver al pequeño de mirada metálica estar de pie arrastrando la mochila y su suéter en la mano.

__ ¿Qué haces ahí? Deberías estar dormido. - me levanto. Sus ojos se dirigen a mi herida y trato de cubrirla. - Vamos a tu cama.

Niega con rapidez.

__ ¿Porqué no?

Sigue poniendose el suéter con rapidez mientras no deja de verme.

__ ¡Sofía, busca al niño y traelo aquí!

¿Está preparado para eso? ¿Ya sabe lo que sigue?

__ Vamos a tu cama. - vuelve a negar. Mira mi cama y no entiendo porqué quiere estar ahí. - ¿Te quedarás quieto?

No se mueve. Lo tomo de la mano y este camina hasta la cama donde me quedo congelada.

__ Te voy a levantar, la cama es muy alta para que lo hagas solo ¿está bien? - mira la altura, mis manos y luego asiente. - Aquí vamos.

Paso las manos bajo sus brazos sintiendo el olor dan dulzón que suelta. Esa sensación electrizante se vuelve lo único que puedo sentir. Sus ojos están tan cerca que no puedo siquiera respirar, pensar o conectar ideas. Es un niño muy lindo, sea de quién sea tiene genes muy buenos.

Lo dejo sobre la cama, cuando me quiero alejar siento como tira de mi camisa.

__ No hagas ruido, voy a tener que irme con los hombres que hablan abajo pero tú te quedarás aquí. - no me suelta. - Corazón, debes soltarme.

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