Capítulo 22

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Sofía

__ Elisa, aquí estoy. - me lanzo al piso cuando la veo en la esquina. Sus ojos me buscan y como si no creyera verme se abalanza sobre mí. Me guardo el quejido por lastimar mi costado, el sollozo lo callo porque no es hora de llorar.

Mucho menos estando a la vista de tantos.

__ Lamento esto. Perdoname, no quise que pasara. - limpio su rostro. Las marcas de golpes envían corrientes electricas a mi tórax con ganas de matar al infeliz que se los hizo. - Te sacaré, lo juro.

__ No es tu culpa. - me calma, limpia sus lágrimas, sorbiendo la nariz, con sus nudillos reventados. Peleó también. - Nadie quiso que pasara, pero saldremos juntas esta vez. Si Bruno...

__ Atraparon a Bruno. - le cuento. Su esperanza se esfuma. - Pero está vivo, estoy segura que sí.

__ Debe estarlo. - se aferra también. - Debe estarlo.

La abrazo una vez más, tiene las uñas rotas, la nariz lastimada, el pómulo hinchado y los tobillos llenos de moretes que pueden notarse en la poca piel que le queda descubierta.

__ No es tiempo de llorar. - repite cubriéndose con los brazos. - Nada arreglan las lágrimas, ni me van a devolver nada.

No digo nada más, no quiero empeorarlo, lastimarla con preguntas o hacerla recordar algo como eso. Solo pido permiso de volverla a abrazar y cuando asiente la rodeo soltando esas gotas saladas que mojan mis mejillas sin remedio alguno. Se duerme en mi regazo, quizá tenía horas de no hacerlo y por ello, me aseguro que descanse, velando porque lo haga. Aún necesitando lo mismo.

Me quedo en ese lugar por horas, acariciándole el cabello, perdiendo la noción del tiempo. Hasta que alguien abre la puerta, despertándola de golpe.

Se incorpora, soba su cuello y me levanto a la defensiva cuando saca unas llaves.

__ Tranquila, fiera. - me dice el tipo. - Guarda energía, porque la siguiente pelea inicia en cinco.

Creo que soy yo, sin embargo es a Elisa, la que suelta.

__ Iré por ella. - ofrezco.

__ No funcionan las negociaciones aquí. - deniega. - Eres tú la elegida, pelearás. Si no, te quedas.

__ Está bien, Sofía. Puedo hacerlo. - me tranquiliza mi amiga. La cual es solo para no crear más culpa en mí, la conozco para saber que está aterrada igual que yo.

Fuimos entrenadas para pelear, pero eso no quita que el miedo surja. Ya que aquí es ganar o morir.

Temo porque me la dañen más y no poder estar para ella, por lo cual insisto al tipo que sea yo en su lugar. No cambia de idea, pero si logro que me lleve con ella, argumentando que puedo pelear una vez más.

Nos trasladan por el mismo pasillo de antes, hasta llegar al lugar de pelea. El agua tiene un color rojo nuevamente, la luchadora está esperando. Preparada, esta se nota que no lo hace por obligación porque se pone protectores en las manos y usa ropa deportiva mientras se mueve por el lugar como león enjaulado, esperando a su nueva víctima.

Con su coleta amarrada, peso superior a Elisa, flexibilidad mayor. Mi amiga es fuerte, sabe defenderse, pero su contrincante esta vez puede aprovechar sus vulnerabilidades, se nota que es de las que se agarran de los miedos de todos.

Se llevan a Elisa, en lo que no le quitó los ojos de encima a la mujer que me enfoca también. Me hace un ademán en lenguaje de señas, captando el mensaje de inmediato en un "sigues tú" muy claro.

El vocero da inicio, me tenso cuando la estudia en cuestión de segundos. La observa, detalla sus pasos moviendo las cejas al notarla renqueante. Observa su abdomen, brazos. El corazón se me paraliza cuando la toma del cuello, pero Elisa es rápida a la hora de zafarse. La aleja, para impulsarse e ir directamente a su cara, volteando su rostro con un puño a su nariz. El público se aviva, todos vitorean, la mayoría apostando por la mujer que dicen se hace llamar pantera.

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