Capitulo 31

429 48 12
                                    

Donovan

__ ¿Donde carajos está Sofía? - mi pregunta provoca eco en las paredes cuando voy de salida del lugar. Me importa un pepino los cuerpos que hay en el piso, ninguno para mí vale más que a quien busco.

__ No lo sé, señor. Solo la vi subirse a un vehículo con el...

__ Malditos los dos. no pueden ni siquiera moverse solos. - escupo abriendo la puerta para ir a buscarla.

Al parecer no puedo tener ni un minuto de calma porque todo lo arruinan.

Piso el acelerador con mi gente siguiéndome. La policía se oye acercándose y ni los miro yendo por lo que quiero.

Intento llamarla y nada me funciona. No puede ser verdad que se la pase botando ese aparato que si no ocupa, no sé para qué demonios lo compró.

Hastiado lanzo el mío al asiento del copiloto.

__ ¡Maldita sea, Sofía! No te puedes quedar quieta un puto segundo. - la furia emana de cada uno de los poros. No entiendo para que diablos dejo que alguien tenga poder sobre mí de esa forma.

Es una pérdida de tiempo, pero ahí voy de imbécil atrás de ella una vez tras otra.

Hay una camioneta aparcada de mala forma en la carretera y cuando medio la observo, freno de golpe al ver a Elisa con la mirada fija al frente.

Me bajo con rapidez, pero no veo a Sofía, solo está ella con los ojos rojos y las manos temblando, aferradas al volante.

__ ¿Donde está? - abro la puerta, pero no sale. - Carajo, dime ¿donde está, Sofía?

__ Está... Bruno está muerto. - solloza con la barbilla mojada de lágrimas. - Bruno...

__ ¿Donde está Sofía? - no me importa el otro, quiero saber de mi mujer.

__ Se fue. - dice con la voz entrecortada. - Se fue con Ronald.

La hiel me sube a la boca.

__ ¿Que dijiste? - la encaro, mientras mis hombres revisan a Bruno, dando el indicativo que es verdad lo que dijo su prima. - ¿Que mierda acabas de decir?

__ ¡Se fue con Ronald! ¿Que parte no entiendes? ¡Se fue con él para que no muriera también! - se le rompe la voz y la suelto.

Mi pecho se aprieta, con una cadena que escucho cayendo en brasas que lanzan chispas por todos lados.

La hiel se vuelve ácido, quema y cuando creo estoy a punto de estallar. Me doy la vuelta, no pienso quedarme en un callejón sabiendo el riesgo que corre la mujer que...

Golpeo el volante con el enojo que me causa saber que de nuevo la perdí, que fallé. Es lo que se repite en mi cabeza a medida que avanzo por la autopista, llego a uno de mis edificios y subo al elevador para llegar a la azotea.

Necesito saber dónde está y si la busco solo por carretera no haré más que dar vueltas, así tomo el mando.

Miro bajo mis pies, buscando la clase de autos que la sabandija suele usar, en las autopistas todo se ve normal salvo la cantidad de patrullas, bomberos y ambulancias que auxilian a los heridos en el incidente del evento para los candidatos.

Sigo mi búsqueda y recuerdo la pista que el infeliz solía presumir ser indetectable, me muevo a esa ruta, saliendo de la ciudad, para centrarme en esa dirección.

No debió salir de ese edificio. No debió salir sola.

New york es una ciudad gigante, pero tiene sus fugas y en esas es que la mayoría de transportistas de mercancía se mueve.

Contención Where stories live. Discover now